Saber elegir

Andrea Trinchieri, y la dirección deportiva del Zalgiris, tomaron la decisión a comienzo de temporada de que lo importante sería precisamente tener las suficientes alternativas y capacidades para tomar decisiones constantemente en su equipo que elevasen su rendimiento. En esta identidad tan marcada como la del equipo de Kaunas, la mirada ha estado enfocada en que esté quien esté en el campo, el rendimiento debe ser elevado, sin perder ni un ápice ni la tan personal personalidad e intensidad que siempre ha definido a Zalgiris, ni la peligrosidad de cada uno de sus jugadores. Trinchieri tiene 14 jugadores que pueden jugar en cualquier momento del partido, y cada uno de ellos con la suficiente garantía para rendir en plenitud de capacidades.

No tardó apenas tiempo Trinchieri en adaptarse a la identidad de Zalgiris cuando llegó el año pasado. Tanto es así que esta unión que hoy muestran con la misma vehemencia de siempre resulta aún más peligrosa con las nuevas incorporaciones que han tenido. Francisco, Walker, Sirvydis, la vuelta de Brazdeikis, Mitchell, Smailagic y Dunston no solo suponen un peldaño más de subida en la calidad del equipo. Les permiten seguir asentándose como un bloque al que es difícil de ganar. Pensará, le entiendo, que todos son complicados de batir, pero este Zalgiris de este año tiene aún más argumentos para ser más sólido todavía, sin tantas dolorosas brechas que se puedan abrir en un partido y sin esas referencias que en otros momentos echaban en falta.

Es Zalgiris un equipo muy polivalente y versátil. Más allá de que cualquiera pueda estar presente en la pista en cualquier momento, hace que siempre en el campo haya dos o tres referencias con cierta peligrosidad. Y que el quinteto en el campo funcione como un completo y sólido bloque cuando les toca ponerse a defender. Esta característica viene de serie, que se diría coloquialmente, pero se ha reforzado esa sensación de que el listón que marca quién está o no en el campo es el del máximo esfuerzo y la máxima intensidad en cada una de las decisiones que se toman. También, en este caso, en cada posesión.

De momento, Zalgiris está en esa posición que le permite mirar, de tú a tú, a cualquier equipo de la Euroliga, con la suficiente confianza que le da el saber precisamente eso: «Tenemos peligro, tú verás»; parecen decirle al rival. La llegada de Walker les ha dado esa inspiración de quien se cree capaz de decidir en cualquier momento del partido, a pesar de que Trinchieri a veces se quede sin palabras y mire que eso es difícil de ver. Pues lo verá. Para ello, sigue teniendo a Ulanovas, Giedraitis, Lekavicius, Butkevicius y Birutis, para mantener el estatus reconocido.

Pero sabe Trincheri que su equipo necesita esa parte de locura que te dan jugadores que elevan el ritmo y el físico, y que en un momento dado son capaces de romper la parte decisiva del partido. Lo hace Francisco y lo hace Walker; es capaz de hacerlo Sirvydis, Manek puede soltar su mano y Dunston les da soporte a quien lo necesite. Así que el problema, en realidad, lo tiene Trinchieri en tomar decisiones constantes. Sus jugadores, mientras tanto, saben lo que hay. Y vaya que sí que lo hacen