Más que nunca

Por el Pireo, Olympiacos está tan cerca de la cúspide del basket europeo que temporada tras temporada diseña su equipo para posar de una vez por todas los dos pies en la cumbre. Se queda a un paso, le falta el último escalón y es normal, hasta cierto punto, que continúe completando una plantilla hasta que por fin lo logre. La élite y su proceso de competitividad te exige no solo estar bien a lo largo de nueve meses, sino llegar mejor a los momentos finales, y Olympiacos se queda ahí a un ligero paso.

Georgios Bartzokas, su entrenador, sigue moldeando una plantilla que sea sobre todo sólida los 40 minutos de partido, con mucho equilibrio exterior e interior, una intensidad impregnada en la camiseta tras años de historia continuada de esfuerzo, y un sentido colectivo claro que tapa las individualidades de sus jugadores. Por mucho que te llames Vezenkov –lesionado– Milutinov, Fournier, Papanikolau, Walkup, Fall, Dorsey, Peters e incluso Vildoza, el grupo, el colectivo, es la fuerza esencial de este equipo.

A la intensidad, firmeza y músculo que tenía el equipo la temporada pasada, este año Olympiacos ha puesto su mirada en reforzar el tiro exterior, con Fournier y Dorsey como primeras referencias, lo que a su vez permite que el juego interior del equipo mejore como lo está haciendo sobre todo con Milutinov y Fall. Este juego se combina con un sentido extraordinario del pase en ataque, a una alta velocidad de ejecución y movimiento constante de jugadores, que encuentra siempre una ventaja clara para cualquiera de sus jugadores.

Sabe Bartzokas que en el campo siempre tienen que haber tiradores, que siempre debe haber una referencia en el poste bajo y siempre debe tener al menos un jugador muy vertical y agresivo de cara al aro. Imaginemos por ejemplo a Fournier, Milutinov y Papanikolau, o Peters, Fall y Mckissic, por otro lado. Y muchas variantes más.

Hay dos jugadores para mí claves, que marcan la temperatura de la calidad del juego en Olympiacos. Uno, Walkup, su base. Quizá sea ahora mismo el base más intenso sobre todo defensivamente del equipo, además de la mejora en sus prestaciones en ataque. Walkup muestra en todo momento el listón de energía que debe tener el equipo y marca además el tempo adecuado en ataque. Ahora lanza la transición, ahora lleva al equipo a un 5x5 o ahora genera un espacio para el resto. El otro, con la ausencia de Vezenkov, se lo reparten entre Papanikolau y Fournier. Complementarios ambos, son quienes enarbolan el sentido colectivo del juego, donde si uno se sitúa en la línea de tres, el otro es vertical; donde uno juega un 1x1 desde el bote, el otro genera un espacio para otro compañero en el lado contrario.

Ellos muestran esa sensación del peligro que supone estar siempre en constante búsqueda del mejor tiro posible, ése que te mina una y otra vez y ése que consigue meter al resto de sus compañeros en dinámica colectiva. Solo así, desde esta intensidad y esta colectividad del grupo es desde donde se puede, al menos intentar, llegar a lo más alto.