Hay que seguir, no hay tiempo para lastimarse más de la cuenta. Una penitencia, la que sea, y hacia adelante. Momentos cálidos y álgidos los tenemos principalmente porque no todos los días son iguales, así de claro. La clave está en tomar la perspectiva suficiente ... para que nuestro equilibrio no ande entre dientes de sierra y siga el camino emprendido, se aferre a eso que le hace sentirse a gusto consigo mismo y trate de enmendar los errores cometidos, al menos que las debilidades sean cada día menos evidentes.
Ni el Virtus de Bolonia ni el Baskonia están para darle demasiadas vueltas a lo ocurrido la semana anterior. Después de la semana siete del año viene la octava y después de un encuentro, otro. Un nuevo entrenamiento y echar un ojo al calendario para darte cuenta de que tienes un siguiente reto que abordar: aún quedan desafíos bien atractivos en la competición doméstica y la continental.
Así que esta 'vuelta' tiene pinta de enmienda. La principal de todas es seguir mirándote al espejo y reconocerte como tal, no extrañarte ni pensar en lo que pudo ser. Simplemente hacer lo que sabes hacer. No creo que Sergio Scariolo permita que su equipo deje de seguir su proceso de desarrollo hacia convertirse en uno sin muchos errores, con la intensidad física que la Euroliga exige y sobre todo que sepa en todo momento qué jugador, en qué momento y en qué situación en el campo, debe tomar la decisión correcta. Esta manera de entender el baloncesto le está haciendo ser al Virtus un conjunto que aún tiene ese hilo de esperanza para abordar este tramo final de fase regular de Euroliga con 'premio'.
Ahora mismo no caben preguntas sobre esas debilidades evidentes en su juego; si Hackett tiene que hacer de base 'subidor' de la pelota para que el equipo juegue, se hace y ya. Si Shengelia tiene que recibir en ventaja en el poste bajo para girarse rápido y no liarse con el bote, se hace y ya. Si Jaiteh tiene que colapsar la zona en defensa para cerrar espacios y asegurar el rebote, se hace y ya. Si Teodosic tiene que tener el balón en el momento adecuado, se hace y ya. El Virtus es un equipo de autor, Scariolo, con complicidades en el eje estructural pero sobre todo recoge una personalidad que tiene el perfil definido de su entrenador: ir construyendo un bloque sólido que compita cada posesión.
No está para mucha velocidad, no se encuentra cómodo. Su juego es más de media pista, tanto en ataque como en defensa, y eso se nota tanto en su balance defensivo, un tanto lento, como en su transición hacia el ataque, que tampoco le hace mucho tilín, salvo que esté muy clara. Pero si te 'llevan' a su cinco contra cinco es ahí donde radica la importante ventaja de este equipo: matices de movimientos, detalles puntuales que dificultan la respuesta y la búsqueda constante de oportunidades para generar la ventaja perfecta, en defensa y ataque. Así te puedes encontrar que Hackett siendo base ataque al base rival desde el poste bajo como un pívot más, que Ojeleye tenga su espacio para atacar el aro sin piedad, que Belinelli salga en ventaja tras un buen bloqueo indirecto de sus pívots para tirar de tres y que Cordinier y Weems aporten su físico para complementar las alternativas en ataque como en el rebote defensivo.
Es consciente el Virtus de que tiene ante sí una oportunidad para acceder a esa mitad caliente de la tabla, pero esa oportunidad la hace sobre todo desde evitar el menor número de errores posible. Y esa querencia del control del juego dificulta cada posesión y la lleva a extremos para estar a la máxima alerta. Sin vaivenes, sin dientes de sierra y sin locuras.
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