Le llaman poderío

Algo así debieron hacer por Estambul, al otro lado de la ciudad, en los cuarteles generales de Fenerbahce. Sarunas Jasikevicius llegó la temporada pasada con la competición ya comenzada y entonces no era 'su' equipo, con lo cual debió dejar claro que esta temporada tendría 'su' gente para asaltar de nuevo la Final Four. Y vaya sí lo han hecho, media plantilla, una por otra. Nuevos bases, más físico y calidad exterior y más intimidación en la zona. Así leído puede parecer algo normal, en la práctica es otro equipo.

A alguien que fue base en su momento, que el eje desde donde comienza todo sea dicha posición es clave, y lo es desde su confianza hasta el riesgo y la ambición constante, como era él. Con Wilbekin lesionado, la llegada de Baldwin, Zagars y Hall le da al equipo varios estilos diferentes de juego, teniendo como comodín en el puesto a Guduric, algo así como la carta del comodín del juego cuando las cosas no van bien del todo. Lo que sí está dejando claro Jasikevicius es que no cederá ni un ápice la intensidad y diría que hasta la agresividad en defensa porque si no, cosa rara en cómo era él precisamente, la dosis de banquillo será irremediable.

Pero el centro sobre el que gira todo el equipo, como aquella afilada punta del compás que empleábamos en clase y sobre la que extendíamos el territorio, es la posición de alero exterior que ahora mismo dominan Colson, ese 'tres' polivalente como un «hazlo-todo-bien», el por fin llegado a los minutos de la verdad, Biberovic, y sobre todo Hayes-Davis, quien lidera este nuevo proyecto de Jasikevicius. Éste demuestra una vez más que cuando se cede liderazgo y se da la confianza suficiente, hay jugadores que asumen su rol con la sencillez de quien sabe que a poco que se entregue, las cosas salen. Y no es casualidad que cuando Hayes-Davis juega bien, Fenerbahce juega bien, no sólo desde la capacidad de anotación sino sobre todo con un espíritu generoso constante de ritmo, intensidad y correctas tomas de decisiones individuales con mucho sentido colectivo.

El resto de jugadores solo tienen que dedicarse a dos cosas: una, generar desde este sentido colectivo, ése que se echa en falta en el campo cuando un jugador se empeña en tomar decisiones por su cuenta; y dos, lo que sabes hacer, hazlo bien, lo mejor posible y lo más intenso que puedas. Pero, una vez más, se demuestra que el mayor riesgo que tiene Jasikevicius entre sus manos es precisamente decidir qué jugadores llevarán a cabo el plan trazado desde el banco. Porque tiene tantas alternativas en el juego como jugar con Marjanovic o Sanli –casi nada– o hacerlo con 3 grandes-pequeños como Birch, Melli, Hayes-Davis e incluso Colson al 'dos', e incluso con tres pequeños y Hayes-Davis al cuatro. Es tal la versatilidad que las soluciones no se repiten de un partido a otro, algo así como sacar algo de la chistera, con un simple «hágase» y ya.