Si usted se ha levantado con la inquietud alborotando su cuerpo, reciba mi más sincera enhorabuena. Será reflejo de que está, estamos, ante algo importante. Sabe bien que cuando tenemos mariposas en el estómago, hablamos más de la cuenta o estamos más tiempo en silencio, ... o miramos el reloj o no sabemos dónde meter las manos, es que tenemos el ánimo y la energía suficiente para afrontar algo que está frente a nosotros.

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Comenté hace unos días que cuando llegan los momentos de la verdad, hay que tener la sensación de disponer de las condiciones idóneas para afrontarlo. No es menos cierto que se tuvo una oportunidad y no se logró. Pero el merecimiento obtenido desde octubre hasta hoy mismo hace que la misma oportunidad vuelva a vestirse y por tanto, tengamos un nuevo momento. Sepa, además, que hay muchos protagonistas de este deporte que firmarían ahora mismo estar en esta situación. No lo olvide.

Hagamos un ejercicio, si le parece. No miremos atrás ni más allá. El sábado queda lejos y el domingo, más aún. Ayer ya pasó y el martes, más. Pensemos solo aquí y ahora y vivámoslo con la intensidad, la inteligencia y la concentración que se merece. Porque sobre estas tres bases debería el Baskonia edificar su, ojalá, victoria de hoy.

Intensidad porque en este abril los cuerpos están en esa línea que entrelaza un estado de forma exigente tras bastantes semanas de competición y entrenamiento, y el momento en el que comienza a deformarse por cansancio, lentitud de reflejos y decisiones tomadas una décima de segundo más tarde de lo habitual. Ahí es donde el equipo debe situarse. El partido se juega posesión a posesión y cada una es esencial por dos motivos: uno, el compromiso individual y dos, la generosidad colectiva. Cada posesión ha de responder a ese aspecto que define a los equipos de verdad: personalidad. El Baskonia la tiene, simplemente necesita elevar ese punto de compromiso individual y generosidad colectiva.

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Inteligencia porque ciertas características del Baskonia siguen siendo complicadas de defender para el Virtus: una, el ritmo vertiginoso. Lo importante no es correr por que sí, sino aprovechar el débil balance defensivo que tiene en ocasiones el equipo de Bolonia precisamente por atacar su rebote ofensivo. El Baskonia debe aprovechar la explosividad de sus jugadores para superar defensas antes de llegar a medio campo. Ahí y en los cinco segundos posteriores es un equipo superior. Dos, inteligencia para buscar el pase extra necesario sabiendo que la atención del Virtus estará centrada en nuestros exteriores, en especial Howard, pero también Marinkovic y Costello. Si atraen más ayudas de lo normal, un pase más puede ser clave para obtener ventaja. Y tres, inteligencia para anticipar la sobrecarga interior que el Virtus incidirá con Shengelia, Dunston, Mickey, Cordinier, Abass y Zizic. Evitar el choque y colapsar la zona será responsabilidad colectiva.

Y concentración para reconocer que el partido será largo, de altibajos, que el juego no engaña, se fallarán tiros y se perderán balones. Que seguramente Belinelli, Lundberg y Hackett buscarán su protagonismo exterior y habrá que negarles su tiro, y al mismo tiempo, concentración para olvidar pronto los errores y pensar en la siguiente ventaja. Estamos ahí.

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