Joventut 83 - 76 Baskonia
El Baskonia, de vacaciones anticipadas por inferioridadJoventut 83 - 76 Baskonia
El Baskonia, de vacaciones anticipadas por inferioridadQuién iba a pensar que el Baskonia de la excelencia doméstica durante ocho meses se tomaría unas vacaciones tan anticipadas. Pero así es. La trituradora ofensiva que reducía chasis contrarios a chatarra ni siquiera ha esperado al comienzo de junio para sellar su prematuro adiós ... al sueño de la ACB. Una despedida abrupta y a la francesa que congela las ilusiones puestas a hervir por su parroquia. Después de facturar tanto baloncesto bueno y bonito al que le han faltado defensa y contundencia bajo los aros ya ni siquiera queda la imagen desvaída de algún título allá a lo lejos. Agur por la vía rápida, una decepción morrocotuda.
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Joventut de Badalona
Vives (16), Guy (22), Parra (3), Brodziansky (13), Tomic (6) - quinteto inicial -, Kraag (3), Busquets (-), Rodriguez, Ellenson (2), Ventura (-), Feliz (13), Birgander (6).
83
-
76
Baskonia
Thompson (15), Marinkovic (3), Giedraitis (14), Costello (5) y Kotsar (12) - quinteto inicial -, Sedekerskis (3), Howard (16), Diez (3), Heidegger (5).
Parciales 21-19, 25-21 (46-40 al descanso), 25-22 (71-62) y 12-14.
Incidencias segundo partido de cuartos de final de la Liga Endesa disputado en el Olímpic de Badalona ante 6.917 espectadores.
Atendiendo a los dos partidos de la serie, lo que el grupo vitoriano se ha merecido. Más bien a lo que no se ha hecho acreedor tras ochenta minutos de irrebatible inferioridad frente a su verdugo de este curso. De hecho, el 77-62 del minuto 33 evocaba imágenes de la funesta Copa en el mismo escenario. Eran momentos de una Penya crecida frente a un Baskonia sin recursos y en cuarto menguante. Sólo el vértigo que encogió de nuevo las muñecas locales al ver el propósito tan cerca insufló una miaja de aire a un cuadro azulgrana consciente de perder pie sobre la cuerda del funambulista. Eso y dos triples seguidos de un Thompson a quien cuesta reconocer en el epílogo de la temporada. Un holograma del espléndido director de juego que ha maravillado a Europa entera. Un tipo de fuelle mermado ahora y con su célebre clarividencia en entredicho.
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Resulta muy difícil hallar un solo ámbito del juego en el que el Baskonia superase ayer a este Joventut que le ha tomado las medidas para un triste traje de madera. También hay que escarbar en la memoria a la hora de encontrar algo parecido en el duelo inaugural del cruce. Duele escribirlo, pero el deslavazado conjunto alavés -nada reconocible pese al anhelo de su entrenador por volver a la senda de la identidad- perdió todos los aspectos imaginables que condicionan un partido de baloncesto.
Empezando por el banquillo, que purgó la falta de alternativas con las que combatir la jerarquía verdinegra. Es cierto que en el último acto recurrió Joan Peñarroya a una zona 2-3 para cortar el fluido eléctrico de la Penya y, presumiblemente, fortalecer el rebote defensivo. Pero qué va. El cuadro de Carles Durán vivió en los instantes de mayor tensión de los rechaces en el aro visitante, como tantos otros adversarios a lo largo de esta temporada.
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Para colmo, el técnico sacrificó a Hommes en la convocatoria para no alinear un mísero segundos al decepcionante Enoch, quien al menos se maneja con cierta soltura en los rechaces. Sin duda, un problema estructural por cuanto supone de segundas opciones rivales que, además, amputa ese ritmo vivo a campo abierto que viene a representar el hábitat natural del bloque vitoriano.
El equipo catalán manejó el compás que mejor le conviene, tan distinto al deseo alavés de transformar la cancha en el tartán de los velocistas. Pero, por si fuera poco, el Joventut declamó una versión corregida y aumentada de las superioridades ya manifestadas el sábado en Betoño. Los bases locales -cerebral y ayer certero Vives, con poso de veterano el joven y notable Feliz- ganaron claramente la pugna a sus homólogos azulgranas.
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Por no añadir, que viene muy a cuento, esa claudicación manifiesta de los pívots baskonistas ante la potente batería interior verdinegra. Salvo por los tapones intimidatorios de Costello y el ímpetu anotador de Kotsar a la vuelta de los vestuarios, demasiada intrascendencia frente a la materia gris de Tomic, la irrupción de Brodziansky en el 'play off' y las contribuciones de Ellenson y Birgander.
Enfrente, el manantial anotador de Howard, autor otra vez de algunos canastones paranormales, la solvencia de Giedraitis en 'modo capitán' y la faceta de Sedekerskis como repartidor de correspondencia desde el poste alto. Escasos argumentos de un Baskonia sometido aquí y allá, siempre a remolque de las propuestas de la Penya y aún con la cara envuelta por el asombro tras su formidable fase regular. La que han dinamitado ochenta minutos de inferioridad manifiesta para dejar a un grupo de tantas veladas hermosas como en el juego de los barcos. Tocado y hundido.
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