Joventut 77-86 Baskonia
Intensidad baskonista para rectificar a tiempoSecciones
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Joventut 77-86 Baskonia
Intensidad baskonista para rectificar a tiempoSe mide la inteligencia por la capacidad de revertir lo inconveniente. El dicho popular pondera la sabiduría de rectificar a tiempo y lo que el Baskonia hizo este jueves fue enderezar una puesta en escena condescendiente. El Joventut, uno de esos listones que el campeonato ... eleva a una altura considerable hasta el punto de requerir pértiga para saltarlo, le metió 23 puntos a su rival azulgrana en apenas siete minutos. Como para no tomarse el asunto a la ligera vistos los precedentes de este mismo curso: un triunfo vitoriano agónico en la ida y la mayor decepción alavesa por aquel segundo tiempo claudicante en el duelo a primera sangre de la Copa.
Joventut
Vives (10), Guy (14), Parra (5), Brodziansky (6), Tomic (12) -quinteto inicial-; Birgander (13), Ellenson (8), Feliz (7), Kraag (2), Busquets y Ventura
77
-
86
Baskonia
Thompson (11), Kurucs (2), Giedraitis (23), Hommes, Kotsar (9) -quinteto inicial-; Costello (12), Howard (25), Enoch (2), Heidegger (2), Sedekerskis y Díez
Parciales 28-21, 17-18 (45-39 al descanso), 18-25 y 14-22
Árbitros Pérez Pizarro, Sánchez Sixto, Fernández. Sin eliminados
Avisado estaba el conjunto de Joan Peñarroya y sin embargo, como ente formado por humanos, tropezaba de nuevo en la misma piedra. Léase la superioridad interior verdinegra que capitanea un pívot exquisito, una especie que el baloncesto debería de proteger por el peligro de recordarlo sólo en los libros de historia. De Tomic escribo, naturalmente, esa torre larguirucha de visión panorámica con la que hallar aliados y portador de veneno en sí mismo. El hombre que parece recién levantado de la cama sin un agua aún echada a la cara que dicta cátedras desde el poste bajo. Entre él ante Kotsar y la superioridad de Brodziansky en su emparejamiento con Hommes pintaba la tarde otro cuadro desalentador.
Tiempo muerto del técnico baskonista y dos soluciones drásticas de las que rinden beneficios inmediatos: Howard y Costello a la cancha con el fin de paliar la soledad de Giedraitis, el único visitante con cuajo hasta entonces para sostener en parte el diálogo al fluido discurso local. Las incorporaciones de ambos, unidas al descanso del veterano poste croata porque el fuelle tiende a decaer con la edad, obraron el efecto que necesitaba el propósito vitoriano.
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Jon Aroca
El poliedro baskonista tiene tantas aristas con las que competir y vencer que siempre parece encontrar tiempo para enmendarse a sí mismo cuando empieza rotulando en renglones torcidos. Al somier indesmayable del capitán lituano se unieron la novedad efervescente de este ejercicio (Howard, quién si no) y un clásico absolutamente fiable del repertorio azulgrana: Costello, por supuesto.
El primero asombra con ese don natural y trabajado para la multiplicación por tres de las cestas y de los puntos. Pero dispone de otros argumentos aparte de su mirilla telescópica de largo alcance por la que apunta desde los tejados. Hablo de esas penetraciones entre el arabesco y los números circenses que recuerdan al baloncesto virguero, el del pillo pequeñito que se busca la vida entre gigantes en el parque urbano y el piso de brea. Sus producciones animadas acercaron a un bloque alavés que, aparte de ello, requería de otras virtudes con las que reconducir el duelo.
Y las halló en una defensa progresivamente más física que alcanzó el punto de ebullición tras el descanso. Porque las huestes de Peñarroya se emplearon a dentalladas a la vuelta de los vestuarios -ya habían apuntado síntomas de fiereza durante el segundo cuarto- hasta el punto de menguar a una Penya, que cuando se gusta, colma los sentidos y gana. Y el máximo exponente de semejante severidad atrás fue Costello, uno de los pilares azulgranas esta campaña, un tipo que resuelve vías de agua con sus tapones expeditivos y alicata estancias hasta el techo. Con él en la zona entendieron los pívots verdinegros que había concluido el ratito del recreo.
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No resultó una tarea sencilla. De hecho, el equipo de Betoño no mostró la popa al badalonés hasta el minuto 29 (60-62) y hubo de invertir otros ocho (70-80) para pedir a su oponente que firmase el acta de rendición. Pero no. Empuje renal verdinegro (parcial de 7-0) hasta que el triple de Giedraitis a tabla procuró al fin la tranquilidad. La que se labró el Baskonia desde que el ingreso de Costello sobre el parqué transformó un telefilme blando de sobremesa dominical en una película de acción y tentetieso.
A partir de esa seriedad, con el poso perenne de Rokas y las tracas levantinas de Howard certificó el cuadro vitoriano otro triunfo en vísperas de 'la final' con el Barça para asegurarse en todos los cruces la lumbre encendida del hogar.
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