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Joventut-Baskonia | Copa del Rey
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Joventut-Baskonia | Copa del Rey
El derrumbe del Baskonia menguante y un triste adiós a la CopaLo advirtió Joan Peñarroya la víspera de volar a su Cataluña natal. Decía el técnico de Terrassa que de mantener su equipo fidelidad al nivel ... exhibido tantas veces esta temporada se veía de traje y corbata el domingo en la banda del Palau Olimpic. Pues va a tener que reservar las prendas para la visita del próximo viernes a Bolonia porque ayer el Joventut despertó al Baskonia del sueño copero de la manera más abrupta posible. Sacudiéndole de los hombros y sin miramientos de ningún tipo. Mediante una superioridad absoluta tras el descanso hasta el punto de desfigurar al bravo equipo vitoriano. El lenguaje facial de los azulgranas, tanto dentro de la pista como en el banquillo, clamaba sin palabras una desolación infinita. Pocas ocasiones como ésta se ha sentido el conjunto alavés tan sometido como en su efímero paso por la Copa de Badalona. Kaixo y agur.
Joventut
Vives (2), Kyle Guy (10), Parra (15), Brodziansky (12) y Tomic (18) -quinteto inicial-, Feliz (10), Pau Ribas (8), Ventura, Busquets (2), Kraag, Ellenson (10) y Birgander (7).
94
-
81
Baskonia
Thompson (11), Howard (11), Giedraitis (13), Costello (7) y Enoch (8) -quinteto inicial-, Heidegger (7), Kurucs, Marinkovic (7), Dani Díez (3), Sedekerskis (12), Raieste y Kotsar (2).
Parciales: 14-19, 21-23, 33-15 y 26-24.
Árbitros: Conde, Caballero y Serrano. Eliminaron por cinco faltas a Markus Howard.
Incidencias: Cuarto partido de cuartos de final de la Copa del Rey 2023 disputado en el Palau Olímpic de Badalona.
La parroquia del Buesa Arena vivía la ilusión fundada, por la campaña de sus hombres hasta la fecha, de reeditar incluso el título ya remoto de 2009. Aquella final vencida tras cuarenta y cinco minutos de una intensidad devastadora frente al Unicaja. Pero claro, el Baskonia había de solventar el escollo del anfitrión, etiqueta a menudo maldita. La que lleva el cuello en 2023 una Penya guardiana de las esencias, de buen baloncesto según manda la tradición y veteranos curtidos en la responsabilidad. Así que el desafío era considerable, aunque en modo alguno cabía esperar el derribo azulgrana después del intermedio. Fundamentalmente en un tercer acto para remitir al desván de los horrores, cuando el Joventut crecía exponencialmente mientras el cuadro vitoriano se encogía hasta quedarse en una miniatura a escala.
A estas alturas de la pasión por la canasta todos sabemos la capacidad de los partidos para estirarse como las gomas de mascar. Pero quién iba a sospechar en el minuto 7 (4-17) que el bloque de Carles Durán se cobraría la máxima renta en sucesivas fugas insoportables hasta el 94-75 justo antes del inútil maquillaje final. Porque el equipo azulgrana pisó el parqué del Olimpic con el poso y el cuajo de quien presume de jerarquía con argumentos en la mano. Una puesta en escena espléndida a ambos lados del campo, un inicio baskonista demoledor con Giedraitis (once puntos sin pausa) arrancando presuntamente de cuajo la moral verdinegra. Y aliado a Enoch, venenoso adelante y conteniendo de salida nada menos que a Ante Tomic.
Entre ese arranque del motor y el recuerdo fresquísimo del Tenerife, autor de un primer tiempo memorable en la anterior semifinal por la que mandó el compromiso canario al desguace para el descanso, todo incitaba a nutrir los sueños de grandeza. Telaraña defensiva visitante, manos atrás, carreras y puntería. El conjunto de Peñarroya en estado puro. Pero...
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Entre Ribas, veterano con espolones a quien recordamos bien en Vitoria, Parra y los primeros asomos de Tomic se cosió una Penya a la que se debe de ganar varias veces en una misma noche. Ellos, el endurecimiento defensivo local paulatinamente a más toda la noche hasta convertir el ambiente en irrespirable y el descenso alavés con la segunda unidad vaticinaban un duelo mucho más estrecho. Aunque Díez, Sedekerskis hurgando en los huecos de la zona y Costello con sus triples confirmaron el empeño azulgrana por jugar también el sábado.
Nada que ver esos augurios con la cruda realidad a la vuelta de los vestuarios. El grupo de Durán basó su enorme crecida, proporcional al desánimo de su adversario, en las pegajosísimas contenciones a Thompson -incómodo toda la velada- y Howard, sin peso específico en una jornada tan especial y superado por Guy. A los estiletes punzantes de Ribas y Parra se sumaron otras labores corales como las de Birgander, Brodziansky y el festín de cumpleaños que acabó proporcionándose Tomic. Ya para entonces mostraba el Baskonia todos los rostros del abatimiento. Maldito despertador puesto a deshora.
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