El Baskonia ratifica a Peñarroya en el banquillo 23 días después de acabar la Liga

Vínculo metido en un prolongado paréntesis al no cumplirse una cláusula relevante del contrato. Según ha podido conocer este periódico, el único objetivo sin rematar aludía, precisamente, al hecho doloroso de no alcanzar las semifinales ligueras. Premisa que liberaba a ambas partes de mantener el matrimonio deportivo. Según las mismas fuentes, el acuerdo para revalidar la firma no altera en forma alguna las condiciones del pacto sellado en 2022.

Parecía evidente que la organización que lidera Josean Querejeta aguardaba el desenlace clasificatorio del Alavés para decidir la permanencia o no del entrenador catalán al frente del equipo de baloncesto. La propiedad compartida de ambos deportes establece unas sinergias o vasos comunicantes que, indudablemente, afectan al importantísimo apartado económico a la hora de configurar las plantillas.

No es lo mismo el trasvase de dinero establecido desde la junta por asumir la gerencia futbolística si el Glorioso milita en Primera o en Segunda. Los ingresos de televisión, en tal caso, distancian enormemente el presupuesto. Y la directiva del consorcio empresarial, muy satisfecha y aliviada por el ascenso albiazul, quería la claridad de unas cuentas multiplicadas por el retorno a la Liga de las Estrellas.

Despejada de forma jubilosa la incógnita con el agónico gol de Villalibre en el minuto 129 contra el Levante, la entidad vitoriana viró los ojos hacia la canasta, aunque ya anteriormente las dos partes se sentían libres de explorar un mercado vivo. Y ayer, cinco días después del ascenso del Deportivo y tras la resaca de las celebraciones, el Baskonia reafirmó su apuesta por Peñarroya. Un preparador que, vista la sobresaliente campaña de varios de sus jugadores, quizá deba de adiestrar un grupo diferente al que dejó a finales de mayo. Nada nuevo dentro de un club habituado a las compras y las ventas.

Con la permanencia de Joan, quien ha sentado las bases de un juego divertido y espectacular, se ofrece una cierta imagen continuista -matizada por el extenso período de reflexión- no tan habitual en el seno de la entidad alavesa. Es evidente que la cuenta de resultados no se ha correspondido con la brillantez tantas jornadas durante el curso académico. El Baskonia 22-23 ha devuelto el brío a una parroquia azulgrana alicaída tras el tortuoso y decepcionante ejercicio anterior. En la memoria perenne de la masa social quedan ya alojadas tantas noches de baloncesto bueno y bonito a cargo de una trituradora ofensiva que se sintió muy poderosa al calor del hogar.

Las veladas mayestáticas contra Real Madrid, Efes y Fenerbahce, Maccabi y Valencia... O la costumbre de sobrepasar la barrera baloncestística del sonido a base de meter más de cien puntos a abundantes rivales. Todo ello figura en la columna del haber cuando toca el cierre del balance deportivo.

En la del debe, una defensa mejorable según el criterio del club dentro de un grupo de pistoleros configurado en verano para correr, tirar y ganar los partidos desde el ataque. Pero, sobre todo, los pinchazos de neumático cuando la carrera exigía estabilidad en las cuatro ruedas. Una Euroliga notable cuanto menos que privó al cuadro de Betoño de los cuartos la última jornada y las profundas decepciones con el mismo adversario recurrente. El Joventut que superó netamente al bloque de Zurbano en la Copa y el primer cruce de la ACB.