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La semana más dura de Joan Peñarroya se cerró con otra derrota. La quinta consecutiva. Con un lenguaje gestual en el banquillo que dejaba claro lo ingrato del escenario. Con un juego en la cancha que reflejaba el estado depresivo de un equipo lleno ... de cicatrices físicas y anímicas. Poco se puede decir de un partido que, seguramente, sea el último del entrenador catalán al frente de Baskonia. En el horizonte ya asoma la figura de Dusko Ivanovic. «Yo no sé nada», zanjó el técnico al respecto. Aseguró que no tiene novedades sobre lo que es un secreto a voces.
«No he hablado con nadie. Llevamos una semana ocupando portadas, pero yo no sé absolutamente nada», insistió Peñarroya, evidentemente molesto con una situación que no es agradable. El preparador de Terrassa repitió con otros palabras el mismo discurso que dio tras perder en Atenas. Fundamentalmente, porque «no puedo avanzar una cosa que dais todos por hecha pero no sé si va a pasar». De hecho, en su cabeza, al menos de puertas hacia fuera, solo tiene «intentar animar a los chicos, que están hechos polvos física y anímicamente».
Con la vista puesta en un partido, el del viernes ante el Partizan en Euroliga, que, salvo sorpresa mayúscula, ya no dirigirá. El último de Peñarroya al frente de la pizarra azulgrana fue el de Andorra. Con todo en contra. El ruido, como él mismo definió su particular situación en el club. Ensordecedor. El estado anímico de su tropa. Y el físico, porque el Baskonia se presentó en El Principado con siete jugadores y medio. No contaba con Rogkavopoulos, Khalifa Diop, Dani Díez y Mannion, llegaba Moneke a medio gas y nada más empezar el partido se rompió Markus Howard, que recibió un fuerte golpe en la espalda.
«Está totalmente contracturado», explicó el técnico baskonista, al que se le juntaron todos los problemas a la vez. «Es una situación anormal, se han producido muchas coincidencias. 48 horas antes estábamos en Atenas y veníamos a jugar con siete», asumió resignado el entrenador catalán, que, en tales circunstancias, no pudo darle extensión a su valoración técnica del encuentro. «El Andorra ha sido dominador y merecedor de la victoria», reconoció Peñarroya, que, nuevamente, agradeció el «mucho esfuerzo» que hicieron sus jugadores.
«La valoración de nuestro partido es que cuando las cosas se tuercen siempre se pueden torcer más», precisó el técnico. El Baskonia es una nave a la deriva. Sin rumbo. Sin la anhelada figura del base que necesita sí o sí el conjunto vitoriano, ya sea con Joan Peñarroya o con Dusko Ivanovic. «Ahora todo son nubarrones, todo está oscuro, pero siempre sale el sol. Ya les he dicho a los jugadores que cabeza alta, que hay que estar juntos y esto es muy largo. Queda mucho», concluyó el egarense.
Tras cinco derrotas seguidas y una imagen de equipo quebrado, éstas son horas clave para el futuro de un proyecto que dará un volantazo con el relevo técnico. Es de prever que el club vitoriano concretará el adiós del catalán y entregará nuevamente las llaves del equipo al montenegrino, que, con todas las urgencias del mundo, abrirá así su cuarta etapa en la entidad del Buesa Arena.
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