Un inicio exigente para el cambio de poder

Todo comienza de cero menos la clasificación. Esa que refleja que el Baskonia es el tercer peor equipo de lo que va de Euroliga antes de afrontar una exigente semana con doble jornada en el Buesa. El viernes llegará Shengelia con el CSKA para reencontrarse con el personal del club y su antigua afición, pero antes le toca el turno al Estrella Roja. La idea del club es que Spahija se siente hoy en el banquillo pese a lo precipitado de unos acontecimientos que recuerdan al anterior despido de Ivanovic en noviembre de 2012.

Zan Tabak se hizo con las riendas del equipo casi sin tiempo para coger el avión que les ponía rumbo a Kaunas. Allí se asistió a una tremenda masacre por parte de los lituanos, que espoleados por su público dejaron al cuadro azulgrana en solo 45 puntos, (82-45) su anotación particular más baja en la historia del club. 23 rebotes por 49 del Zalgiris, todo un despropósito. Aunque luego el croata, que ayer fue destituido al frente del San Pablo Burgos, logró una racha de 19 victorias consecutivas.

Para no repetir aquel recordado disparate, la entidad de Zurbano lanzó ayer un mensaje de unidad a la afición para recibir a la mejor defensa de la Euroliga. Mejor todavía que la del Milán. Al menos numéricamente. Solo encajan 67,2 puntos por partido, por lo que resulta tedioso enfrentarse al bloque que ha armado Dejan Radonjic. En la última jornada lo comprobó el Asvel (73-67 a favor de los serbios) de Okobo, el máximo anotador de la competición, y ahora lo sufrirá el Baskonia, el equipo que menos puntos anota de media (68).

Los rojiblancos llegan con la moral por las nubes tras imponerse el domingo en el 'derbi eterno' ante el Partizán de Zeljko Obradovic, que con toda su amalgama de estrellas solo pudo anotar 56 puntos (71-56). En Belgrado manda Nikola Kalinic, que promedia 12,6 puntos, 4,1 rebotes y 2,8 asistencias en la Euroliga. Es el bastión de un equipo que podría acumular el desgaste de un partido tan exigente, con los azulgranas con un día más de descanso y con la obligación de competir y no acabar con la cara roja.