El hueco estructural de un ogro interior

Hace un año, y en complicidades a media luz, el mariscal montenegrino explicaba el miedo infundado que nunca llegó a exponer de verdad 'You' Fall en comparación con el pánico auténtico que reparte Tavares al modo oscilante -la amenaza va y viene sin parar nunca- del botafumeiro. El gigante francés que no cuajó en Vitoria era un mero boceto del ogro caboverdiano, el pívot más determinante de Europa a la hora de condicionar tiros, encuentros y estados de ánimo. Desde una perspectiva distinta en cuanto a la filosofía del baloncesto, el técnico croata que acaba de concluir su segunda etapa en Vitoria se mostraba claro en la entrevista del agur a este periódico. «Si tuviera a Tavares o a Splitter yo también jugaría con ellos en el poste bajo y otros cuatro hombres abiertos».

Pero por las circunstancias que fueran, desde la economía que separa a la aristocracia de la nobleza o la configuración de las plantillas según el particular entender de cada entidad, suena a voz en grito la certeza de que al Baskonia le ha faltado contundencia bajo ambos tableros. Aun reconociendo que el grupo se estructuró para facturar un baloncesto que mirase el aro a la cara y le ofreciera poco la espalda. Por supuesto que Tavares ha desnudado sin medias tintas las carencias azulgranas, pero tampoco conviene olvidar que el Joventut de un poste tocado por el duende los artistas (Tomic) se impusiese netamente al conjunto alavés por dentro en los duelos de la fase regular.

La primera consecuencia de semejante tara estructural alude a una incapacidad para competir en las alturas desde la perspectiva física del juego. El baloncesto de hoy requiere músculo y centímetros en las proximidades de la canasta para competir al más alto nivel y, una vez logrado ese propósito, permitir que el talento de los jugadores exteriores desnivele las balanzas. Pero sin la premisa de salida difícilmente pasarán los equipos a la siguiente pantalla.

Incluso para elaborar el juego de un plantel de tiradores como el azulgrana, donde bases, aleros y también los pívots tenían puntos en las manos desde lontananza. Conviene disponer de referencias dentro siquiera para volver a sacar la pelota al perímetro y conseguir, así, tiros mejor liberados en esta era centrífuga que santifica la relevancia de los exteriores con talento.

Peters encarna el ejemplo perfecto del 'cuatro' moderno y en cierta manera liviano con veneno desde el arco de tres puntos. Con Ivanovic disfrutaba de algunos sistemas en el poste bajo siempre que los cambios automáticos en defensa le emparejasen con rivales de talla inferior. Costello, todo intensidad, se mueve entre las demarcaciones de ala-pívot y 'cinco', pero le cuesta sostener pulsos ante adversarios muy potentes de la Euroliga.

Enoch, con un amplísimo margen de mejora atrás, sí dispone de argumentos ofensivos de serie para dañar a los oponentes tanto de frente -buena mano a media distancia e incluso desde el triple- como a base de reversos ofreciendo la espalda a su par. Pero huelga el debate, por recocomiento mayoritario, de que el Baskonia necesita grandotes y sacrificados en las inmediaciones del aro que rebajen las alegrías rivales sin la necesidad de reclamar los focos adelante.

1,2Tapones por partido en la Liga ACB ha colocado Costello, el pívot más intimidador del Baskonia esta temporada. Detrás en este apartado estadístico aparecen Enoch (0,6) y Peters (0,3). La terna se mueve entre el 37% y el 39% de acierto en los tiros triples, arma ofensiva que han utilizado sobre todo Alec y Matt.