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Tres partidos han bastado -en realidad ya apuntó lo suyo el inaugural de Neven Spahija en el banquillo del Buesa Arena- para ver que algunos jugadores se han liberado de un yugo en el cuello o del corsé que les apretaba la caja torácica. Concretando ... los males del Baskonia hasta el cambio de entrenador, los dardos apuntaban a la diana de los bases por el vértice de Baldwin y a los pívots con las puntas afiladas de los 'cincos'. Pues la destitución de Dusko Ivanovic y la consiguiente llegada del técnico croata han insuflado calmantes, entre otros, a Enoch, un interior con talento que parecía actuar con la vista girada de reojo a la banda donde gesticulaba el mariscal montenegrino, pendiente del error -generalmente una desconexión defensiva- que lo enviase de vuelta a la suplencia. Ahora se desenvuelve con la frescura de quien maneja comodines de repuesto.
Y qué decir entonces del 'uno-dos' estadounidense. Su fichaje estival prendió el pebetero de la ilusión entre la parroquia azulgrana, pero sus dieciocho encuentros a las órdenes del montenegrino -casi dos meses desangelados salvo excepciones contadas- incitaban más a la frustración propia y también colectiva que a la esperanza. Baldwin no rendía de base, ofuscado en las pérdidas por la falta de clarividencia para detectar a los compañeros. Dusko lo trasladó al puesto de escolta y tampoco el remedio se mostraba suficiente en el deseo de contener el problema. El lenguaje facial del nacido en New Jersey confirmaba el enojo con el mundo de alguien que no hallaba su sitio.
La fotografía más completa de una situación se logra cuando las sensaciones van respaldadas por los números. Y era evidente que el cuarto de la saga familiar sufría más que gozaba sobre el parqué, hasta el punto de que ciertas dejaciones suyas podrían confundirse con actitudes dudosas. Tal vez como consecuencia directa de los tiros errados -el lanzamiento lejano no figura en el catálogo de sus mejores virtudes- y de la distancia que él mismo admitía por dentro entre sus prestaciones de Múnich y las de esta campaña. Pero, aun con el margen de mejora que se le presupone, Baldwin encarna la figura del renacido. Se trata, sin duda, del miembro de la plantilla vitoriana más beneficiado por el trueque de entrenadores en Zurbano.
Ahora se le nota más suelto a la hora de explotar su aptitud incuestionable para sajar las defensas rivales con sus penetraciones vigorosas de fuera a dentro -necesita amasar la pelota antes de tender retos de uno contra otro-, exhibir el poderío de sus piernas y abrir el abanico de su talento aéreo con el que eludir los brazos adversarios como aspas de molino.
Salvo en fases muy determinadas y tras la contratación temporal de Lamar Peters, el ex del Bayern se asienta en la plaza de 'dos', donde puede producir más al liberarse de sostener el timón colectivo. Para ello ya está Granger, ejecutor y batuta a un tiempo. De hecho, la suma de ambos decantó el laborioso triunfo último en la visita del Andorra que mantiene abierta la ventana a medio plazo de la Copa de Rey.
Hablaba de cuánto conviene sujetar las impresiones con el poder frío de las cifras. Pues ahí va una ensalada de datos que ratifica el giro a mejor de Wade desde que Josean Querejeta decidió el segundo despido de Ivanovic. El apocado exterior con Dusko duplica sus aportaciones contables a la causa azulgrana después de tres compromisos de Neven entre la mesa de anotadores y el córner de Betoño. De los nueve puntos escasos que el 'perimetral' firmaba antes del relevo técnico ha pasado a diecisiete, en los que merecen una mención especial los diecinueve metidos al MoraBanc el domingo. También ahora rebotea algo más e incrementa levemente los pases de 'gol' a sus aliados.
Pero, básicamente, hay un apartado que habla de su parálisis anterior y la soltura de ahora. Una estadística que alude a los porcentajes de tiro, muy bajos hasta mediados de noviembre y claramente al alza desde el retorno de Spahija a Vitoria trece años después. Del muy pobre 36,8% de acierto en los lanzamientos de campo -su fuerte en los dobles y debilidad desde el arco- ha evolucionado a meter la mitad de los intentos. Datos que aluden a un incremento de la confianza propia y a la mayor fluidez ofensiva de un grupo antes representado por las bíblicas estatuas de sal.
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