Himar Ojeda trabaja frente al ordenador de su despacho e. c.
Himar Ojeda | Director deportivo del Alba Berlín

«Alfredo Salazar es mi maestro»

El constructor del equipo germano desgrana una profesión en la que toma de referencia al Baskonia y ratifica la idea de juntar a Giedraitis y Fontecchio

Viernes, 18 de marzo 2022, 01:53

Himar Ojeda (Las Palmas de Gran Canaria, 1972) suma su sexta temporada como arquitecto de un Alba Berlín que quiere soñar con los play off. El director deportivo dispone de una buena reputación por su labor en el Gran Canaria, Estudiantes, Atlanta Hawks (scouting) y ... su consagración en Berlín, donde apostó por jugadores como Grigonis, y los ahora baskonistas Giedraitis y Fontecchio. «Me gustaría tener la capacidad de mantenerlos, pero aún no estamos en esa posición». Pese a liderar un grupo de trabajo de solo dos personas, mantiene la «ilusión» por ver al equipo germano seguir dando pasos al frente.

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– ¿En qué momento de la temporada está ahora un director deportivo?

– Vivo el día día del equipo y empiezo a pensar en el futuro. En los viajes veo muchos partidos, los tengo descargados y aprovecho. Es la primera vez que me pasa que tengo a todo el mundo con contrato menos a Tim Schneider. Estoy ahí pensando a ver si voy a estar de vacaciones este verano. Pero hay que esperar porque cada año me quitan jugadores.

– Algo de culpa tiene el Baskonia.

– (ríe). Un poco. Ya no está Landry (Nnoko) pero han llegado a tener hasta cuatro jugadores con pasado en Berlín.

– ¿Os sirve de compensación el dinero de las cláusulas?

– No son como las que ha cobrado el Baskonia históricamente de la NBA. Yo para convencer a los jugadores tengo que hacerles entender que venir a Berlín es bueno para desarrollarse y luego introducir una cláusula razonable para que si lo hacen bien puedan salir. Pero es un precio asequible para la mayoría de equipos de la Euroliga. Recuerdo que el Manresa nos quitó a Makai Mason en 2020. Ese dinero va al presupuesto general y nos ayuda un poco, pero no da para invertir más. Yo ahora ya aprieto un poco más a los agentes y con alguno me he tenido que plantar. Si quieren bien y si no voy a por otro.

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– El Baskonia lleva más de dos meses buscando un pívot y un base. ¿Se imagina lo que están pasando?

– Encontrar a alguien que te guste con la temporada avanzada es complicado. Ahora con el problema de los rusos se han abierto las opciones, pero hay que tener la capacidad. No es que haya unas condiciones especiales de mercado que no haya habido antes, más o menos es igual que todos los años. Si eres un equipo con la capacidad del Baskonia, siempre puedes encontrar algo. Otra cosa es que no te convenza. Entiendo que Baskonia no está en la posición de la Virtus de soltar la pasta, pero el Baskonia tiene la tradición y la estabilidad para atraer gente. Eso se nota.

– ¿Qué se juega el Alba en Vitoria?

– Hay una oportunidad de play off –sin los rusos– si somos capaces de ganar cuatro o cinco partidos. Pero no nos obsesiona. Nuestro objetivo es mejorar las doce victorias del año pasado. El play off sería muy bonito, pero tendríamos que hacer algo excepcional.

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– Nadie nace queriendo ser director deportivo. ¿Cómo encuentra el camino hacia esta profesión?

– Fue circunstancial. Me gusta el baloncesto pero empecé a jugar tarde, en juniors. A la vez empecé a entrenar en mi pueblo y se me daba mejor. Tampoco pensaba que sería profesional. Luego acabé en el Gran Canaria y empecé de ayudante en el 1999. Estuve seis años con Salva Maldonado, Pedro Martínez, Manolo Hussein y tenía claro que quería ser entrenador. Pero se marchó el director deportivo y el presidente vino a por mí. Yo me sentí comprometido a hacerlo, porque ya tenía alguna opción por ahí para entrenar, pero al final acepté y me fue gustando. Empecé a viajar, me encontré con Alfredo Salazar, que para mí es un maestro. Una referencia. Yo estaba empezando y siempre intentaba preguntarle a él. Coincidimos en varios viajes y me orientó bastante. Se me fue dando bien y ahora ya se me ha borrado la idea de ser entrenador.

– Antes de ser profesional, ¿a qué se dedicaba?

– Estudié educación física y trabajaba en telepizza repartiendo con la moto, en el supermercado del Corte Inglés, en una editorial, hice bastantes cosas para pagarme la historia. El baloncesto al principio no me daba dinero y luego eran 700 euros.

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– El sueño de un profesional del baloncesto es la NBA. Usted estaba allí feliz y se fue al Alba.

– En Atlanta estaba muy contento, tuve mucha suerte porque pillé los años buenos, pero me atrajo mucho repetir la experiencia que había tenido en España en el extranjero. Echaba de menos el día a día del equipo, decidí afrontarlo y todo encajó muy bien.

«Soy de la vieja escuela»

– Con los problemas para viajar con el covid, ¿ha usado más la estadística avanzada?

– Echo de menos ver partidos en directo. Para mí es esencial. Me guío mucho por el perfil de las personas y para eso me sirve mucho ver como reaccionan cuando les cambian o su comportamiento en el banquillo. Y en cuanto a la estadística avanzada, intento cuestionarme su uso y sacarle partido, pero creo que no he triunfado con eso. Seguro que es muy útil, pero no he conseguido que haya un método con el que me pueda fiar de ello. Sigue siendo de la vieja escuela y me dejo llevar por mi instinto. Es poco científico pero… quizás por eso me cuesta tanto ficharlo de un día para otro. La mayoría de mis fichajes son gente que he seguido durante mucho tiempo. A Hermannsson me lo recomendó su agente y estuve tres años ojeándole hasta que le vi lo suficiente maduro. Con Fontecchio también, el año anterior ya le iba a fichar. Giedraitis tenía una oferta brutal del Khimki pero decidió quedarse y entonces tuve que renunciar a Simone.

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– ¿Juntarles es una temeridad?

– No, hubiese sido buenísimo. Yo no tenía hueco en la plantilla para él. Pero a este nivel encajan. Tanto los dos como aleros, o usando a Rokas de escolta aunque no ponga mucho el balón en el suelo.

– ¿Y Granger y Baldwin?

– Bueno, son dos tíos de alto nivel. Si quieres ser competitivo, tienes que tener una alta competencia que puede derivar en ciertos problemas. Nosotros el año pasado tuvimos tres bases buenísimos, con Siva, Lo y Granger. Los tres querían jugar y eso hay que gestionarlo. Los jugadores son egoístas y creen que tienen que jugar más que el otro. Al final hemos apostado por Lo como capitán general y dos rookies a su alrededor y nos ha salido bien. Pero me parecen una pareja de bases de máximo nivel.

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– Habrá dado mucho la murga a los entrenadores para fichar jugadores. ¿Ha pasado al revés, alguno que no le convenciera y le haya sorprendido?

– Me ha pasado las dos cosas. Con algún jugador el entrenador ha sido capaz de adaptarlo mejor de lo que yo pensaba y otras en las que se ha empeñado y luego yo darme cuenta de que fue un error haber accedido. Pero hace años que gané el suficiente crédito como para saber que el que tiene que tomar las decisiones soy yo. Las tomo siempre con el entrenador, pero yo decido. Los entrenadores tienen que entrenar. No tienen que gastar tiempo en mirar jugadores. ¿Cuándo lo hacen? ¿Qué conocimiento tienen del jugador? Durante la temporada que se dediquen a nuestro equipo y a entrenar. Yo le doy el trabajo. Estos son los candidatos y que el me ayuda a reforzar. Yo durante la temporada le digo a mi me gusta mucho este tío. Quiero poner las cosas en común. Pero ese trabajo tenemos que hacerlo nosotros y eso Baskonia también lo hace bien. A Hermannsson me costó mucho convencer al club de traerle para jugar de escolta cuando antes jugaba de base.

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