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El hijo pródigo regresa a su casa. Pablo Laso, el entrenador más laureado de la historia del Real Madrid, el primer líder espiritual del Baskonia que empezaba a pensar como un grande, el MVP de la Copa de 1995. Pablo Laso se reencuentra con el ... Fernando Buesa Arena casi treinta años después de su traumática partida -todavía como jugador- a la capital del reino. Aquella salida hacia un futuro mejor agrietó el corazón a muchos, sabedores también de que partía para afrontar objetivos de mayor calado.
Hoy, poco queda de aquel melenudo chaval de San Viator que debutó como azulgrana con apenas 16 años. Hoy, ese inicio precoz hubiera copado las redes sociales hasta la saciedad. Entonces apenas llamó la atención.
Permaneció once temporadas en el club de sus amores. Llegó a compartir vestuario con el presidente, Josean Querejeta. Formó un tándem increíble con Joe Arlauckas, precursores del pick and roll perfeccionado temporadas después por Prigioni y Scola. Cabe insistir en que desde su marcha como jugador al Real Madrid, sus caminos permanecieron separados sin visos de un reencuentro profesional. Aunque Pablo siempre haya mantenido sus lazos con la ciudad de sus amores.
Aquel mago con el balón que alargó su carrera deportiva por Cáceres, Trieste, Málaga, Girona, Lleida y Valladolid supo reconvertirse en un técnico con un potencial entonces inimaginable. Sus modestos inicios en Castellón, Valencia (apenas meses), Torrelavega y San Sebastián cambiaron cuando Alberto Herreros, el gran hacedor de la reconversión blanca, le llamó para ocupar el banquillo del inquilino del Wizink Center. Corría el verano de 2011. Ahí todo cambió para Pablo.
Desde entonces, lo nunca visto para un alavés, hijo de otra leyenda azulgrana como es Pepe Laso. Impuso un baloncesto total. Sus plantillas superaron un récord tras otro y mostraron un hambre insaciable. De entrar por la puerta de atrás se convirtió en un referente. Dos Euroligas, media docena de Ligas ACB y otras tantas Copas del Rey dan fe de su nivel. Nadie ha logrado tanto como él.
Hasta que un susto cardiaco le quitó de en medio y la Casa Blanca no supo o quiso esperarle. Tras un año de barbecho probó fortuna en Munich. Hasta que hoy ha anunciado el retorno a su hogar. Lo ha hecho de improviso y sin dar pistas a nadie, una marca de la casa. Bienvenido al Buesa.
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