Viendo la fotografía de aquellos chavales que ascendieron con el Vasconia a Primera División el 19 de marzo de 1972, realmente han pasado 50 años, sí. Me paro a pensar cómo fue aquello que empezó en el colegio San José, ubicado donde ahora está el ... centro comercial Dendaraba. Las luces del patio se encendían y apagaban como semáforos. La corriente no daba para que todas lucieran y durante los entrenamientos cambiábamos de canasta acompasadamente. Punto final a las nostalgias.
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En su famoso libro 'Factor humano', John Carlin describe lo que fueron capaces de hacer aquellos jugadores de rugby sudafricanos para salir campeones del mundo. En menor escala, los de la foto de EL CORREO del jueves son vivo retrato de las gestas que describe el autor. Eso es lo que hicieron estos 'chicos' para iniciar el retorno del baloncesto vitoriano a la élite nacional perdida después de la abrupta desaparición del KAS.
Una mirada al baloncesto español confirma que a lo largo de la historia las señas de identidad de los jugadores han sido su espíritu competitivo. En los últimos veinte años hemos disfrutado de baloncestistas excepcionales que, sin grandes físicos, con la excepción de los hermanos Gasol, han maravillado al mundo entero. Se van agotando... La lucha de Llull contra el tiempo sin renunciar a jugarse el último balón; los momentos estelares de Sergio Rodríguez frente a norteamericanos que le superan físicamente; el maltrecho Rudy Fernández tomando las mismas responsabilidades de cuando está entero; alguno no tan estrella como el caso del añorado Fernando San Emeterio; Juan Carlos Navarro, máximo exponente del valor como valentía y como rentabilidad... Quizás el más joven de todos los que nos han hecho felices sea Ricky Rubio, y ya pasa de la treintena.
¿Y a los herederos qué les pasa y dónde están? ¿Pensáis venir o quizás sois más felices en la mediocridad? Ninguno muestra el arrojo suficiente como para jugarse el último balón. Quizás Brizuela tenga algo dentro del espíritu de los anteriores. Abalde, López-Arostegui, Pauli, Arteaga, Sastre, Guerra, el mismo Abrines no van a ser capaces de, como Llull, perder tres partidos para renacer y que se hable de ellos. Tendremos que dar por perdidos a los que se mueven entre los 24 y 30 años y esperar a los Puerto, Pradilla, Barreiro y poco más.
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Sería injusto achacar la situación únicamente a los interesados. La falta de ambición generalizada puede ser consecuencia de una pésima educación deportiva, del descomunal desconocimiento de los valores propios del deporte, sobre los que no se ha trabajado en los primeros años. Ahora todo se diluye. Entre aquellos de hace 50 años, eran ellos y yo, solos; eran buenas personas que compartían ilusiones. Ahora, el cuerpo técnico de cualquier equipo tiene nueve vestidos de paisano (de traje) con algo que decir; eran otros tiempos, no mejores, diferentes. ¡Y no existían los agentes!
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