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El espectáculo está garantizado. Pierria Henry tiene ese punto canallita y despreocupado del que se sabe tocado por el talento. El baloncesto, profesión y pasión, le divierte y él hace que se contagie. A su llegada ayer al Bahk, en taxi, directo desde el aeropuerto, ... encandiló mostrando al niño que todos llevamos dentro. Como le esperaban un par de cámaras de televisón, se adelantó grabando con el móvil la escena a través de la ventanilla del coche. Sonrisa de oreja a oreja -lo que le dejaba su anárquica barba y un ajustado choto blanco- y lo primero que hizo fue bostezar mientras se estiraba. Un jefe. «El gorro es porque se me enfrían las orejas», confesó.
Primer día de curso para los baskonistas, que fueron llegando escalonados al Bakh para pasar consulta con el doctor Gustavo Lucas. Por la tarde, ya en grupo, soltaron un poco la musculatura a las órdenes de Luka Svilar.
No eran las diez cuando aparecieron Miguel González y Lautaro López. El argentino, al igual que Ajdin Penava, iniciará la pretemporada con la primera plantilla. Por eso estaban también convocados a los reconocimientos médicos. No así Artur Kurucs y el resto de canteranos, que empezarán a trabajar mañana con Miguel Ángel Hoyo. Será Velimir Perasovic, en función de las necesidades, el que les reclame para entrenar con el equipo de ACB.
Tras ellos Jayson Granger, Matt Janning y Toko Shengelia. El uruguayo pasó casi toda la mañana en las instalaciones. Los georgianos marcharon pronto. A las 10.45 el de Minesota. A mediodía el capitán. Justo un cuarto de hora después de la llegada de Nik Stauskas, conduciendo su propio coche, para un primer contacto con las instalaciones azulgranas. Tres minutos después de la partida de Shengelia aparcó Youssoupha Fall en la misma plaza que había dejado libre el capitán. Pisando fuerte, con una sudadera de los Dallas Cowboys, se libró del comentario de Janning -forofo incondicional de los Vikings- y de Toko, seguidor de los Philadelphia Eagles.
El show de Pi(erria) Henry fue más mediático, pero la maniobra a la que se ve obligado Fall para salir del coche tampoco desmereció. Comprobar que tiene que llevar el respaldo del asiento casi completamente abatido impresiona. Conduce el mismo modelo que Stauskas. Solo un poco más grande que el de Shields, por ejemplo, que acercó a Penava a casa cuando terminaron. El bosnio tiró de taxi para ir Zurbano.
Una mañana más de anécdotas que de pretemporada real. Lógicamente hay que hacer pruebas antes de someterles a esfuerzo. Hoy seguirán con los test médicos -en la plaza Amarica- y será mañana cuando toquen balón y comience lo físico.
El primer día era cuestión de conocer a los nuevos compañeros, reencontrarse con los amigos y charlar un rato con el entrenador. Presentarse. Y como en todo colegio que se precie, no faltó alguna que otra chanza. Shavon Shields y Ajdin Penava, que se toparon de bruces con Pierria Henry en la puerta de la ciudad deportiva no pudieron evitar la carcajada al verlo con su gorrito blanco, todavía desorientado por el viaje, tratando de recuperar el móvil que había dejado cargando en el coche y preguntando al personal del club si tenía que coger unos pantalones cortos o unas deportivas antes de dejar que el taxista le llevara las maletas al hotel en el que se hospeda.
«Zapatillas, sí. La pantaloneta y el resto de la equipación la tienes en el vestuario», le indicaron. «Bravo», lo celebró el de South Charleston como si le hubiera tocado algo en un sorteo. Dio las gracias al conductor, se abrazó a Penava y a Shields y al tajo con una sonrisa. De verdad, la contagia.
Como las estrellas de Hollywood, Pierria Hanry hacía unas breves declaraciones nada más bajarse del coche a la puerta del Bakh. Le preguntaban por su debut en Euroliga tras ser el MVP de la liga regular en la Eurocup. «Esto es una competición de alto nivel. Solo espero luchar por los títulos, dejarlo todo en cada partido y simplemente aprender en cada partido y divertirnos», aseguró. Diversión porque se gana y por cómo se gana. Esa es la apuesta del nuevo base azulgrana. El anhelo de la grada. El recuerdo de un Shane Larkin desatado. «Trabajaré duro. Pasión, energía y amor por el juego. Poder mostrar mi basket», prometió. «Soy un luchador».
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