Heidegger y la confianza a golpe de triple

El caso es que en la filosofía de Joan Peñarroya siempre hay espacio para todos. Heidegger ha podido haber pasado en la sombra del banquillo algunos encuentros, pero ante el Obradoiro encontró de nuevo una pista para el despegue. El jugador estadounidense con pasaporte israelí firmó su mejor estadística desde su llegada a Vitoria. Se aupó a unos números sobresalientes, con 26 puntos, 5 asistencias y 28 de valoración. En su carta de tiro sobresalió una marca deslumbrante de 7 aciertos de 8 intentos. Una actuación para enmarcar, pero también que ejerce de chute de confianza para un jugador siempre sometido a examen. Heidegger no presenta la genialidad del ausente Henry ni la visión de jugador de Darius Thompson, pero cuenta con una capacidad anotadora que puede ayudar a encauzar partidos como el último disputado en el Buesa.

En realidad, su mejor versión coincidió con el momento más volcánico del Baskonia sobre el parqué. Fue el suyo un primer cuarto desbordante, de la mano del resto del equipo. En diez minutos sumó un pleno de cuatro triples sin fallo y dos tiros libres. Ni una sola asistencia en la primera entrega, pero un fuego ofensivo abrasador a caballo de un equipo apoyado en el ritmo alto, las transiciones y –¿cómo no?– la buena puntería desde más allá de la línea de 6,75.

El botín de 34-9 al cierre del primer cuarto permitió a Heidegger sentirse protagonista pleno del encuentro y al Baskonia disponer de una renta que administrar durante el resto de la contienda. Pero el brillo del inicio dio paso a un cambio de papeles. De hecho, el Obradoiro comenzó a encontrar el acierto que se le había negado en los minutos iniciales mientras Kassius Robertson se embarcaba en una carrera desaforada por remontar un marcador imposible.

Para el escolta del Obradoiro también fue una noche de récord. El público presenció cómo elevaba el tope de sus registros en un partido de la ACB al irse hasta una valoración de 40 después de anotar 44 puntos y acribillar el aro baskonista con 9 triples de 14 lanzados. Fue un fenómeno imparable, pero demasiado aislado.

El aplauso fue unánime para Robertson, pero la victoria se quedó en casa con un primer zarpazo de Heidegger, que más adelante cedería el protagonismo a actores más conocidos. Porque cuando el Obradoiro se acercó en el tercer cuarto hasta un peligroso 65-57, se activó la asociación letal entre Darius Thompson y Maik Kotsar para volver a ampliar la ventaja en el marcador de Zurbano. Una pareja ya clásica esta temporada que constituye buena parte de la esencia del juego de ataque del Baskonia, el eje alrededor del que se construye todo lo demás.