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El Baskonia cierra esta noche su gira de primeros de año en una plaza tan conocida como inalcanzable en los últimos tiempos. Comparece en el pabellón de la Paz y la Amistad, la cancha de las dos mentiras, situada a orillas del Egeo. ... Es la guarida del Olympiacos, un territorio intocable para los colores azulgranas desde el 5 de abril de 2007. Aquella fue una pica demasiado lejana en el tiempo, resuelta con un 89-95 a favor de un TAU Cerámica entonces comandado por Bozidar Maljkovic. El triunfo cerró un play off de cuartos que mandaría a los azulgranas a la Final Four de Atenas tras una exhibición de dos torres gemelas irrepetibles como Luis Scola (20 puntos, 10 rebotes y 28 de valoración)y Tiago Splitter (18 puntos, 9 rebotes y 23 de valoración).
Desde aquella noche de inspiración, cada asalto azulgrana a la fortaleza del club heleno se ha saldado con derrota. Hasta en trece ocasiones a lo largo de once temporadas el conjunto vitoriano ha llamado a la puerta del Olympiacos para terminar por recibir una bofetada en todas ellas. Se trata de una cancha con una clara aureola hermética para los vitorianos. En el cómputo total de los 18 encuentros disputados en territorio del Pireo desde que arrancó la Euroliga en su diseño actual en la campaña 2000-01, tan solo tres victorias han caído del lado azulgrana.
La imponente silueta de la cancha del Pireo vuelve a situarse frente al conjunto azulgrana a modo de desafío. En esta ocasión, puede que las dificultades sean todavía más acentuadas. El Baskonia, en su versión más breve, se mide a una de las plantillas más largas y bien armadas de la Euroliga. Conocidas y apuntadas son las bajas de Tornike Shengelia, Jayson Granger y Tadas Sedekerskis mientras que Patricio Garino sigue haciendo grupo viajando con el resto de sus compañeros a la espera de una reaparición que no tiene aún fecha definida. También es sabido el papel testimonial de Ajdin Penava o de los canteranos Arturs Kurucs y Miguel González, un trío más destinado a reforzar entrenamientos y rellenar convocatorias que a realizar una aportación sustancial al juego azulgrana.
La escasez marca el formato de bolsillo que ahora se ve obligado a manejar Velimir Perasovic. El croata mantiene una actitud estoica las limitaciones presentes mientras en la cocina del club vitoriano se trabaja en busca de refuerzos. Que los problemas físicos se ceben con los cupos de formación, con la situación más grave de Shengelia, es un problema añadido a la hora de buscar adquisiciones en un mercado ya de por sí complejo y muy escaso.
Mientras se esperan movimientos o su recuperan algunos efectivos lesionados, el Baskonia vuelve a ser un equipo obligado a luchar contra la lógica. Ya tuvo que hacerlo hace cuatro días en la cancha de Fenerbahce, donde estuvo cerca de remontar una desventaja de 21 puntos para después caer presa de la eficacia letal de los turcos en la recta final. El esfuerzo azulgrana, con una rotación de ocho jugadores, quedó en heroicidad sin premio. Dos días después, las fuerzas bastaban, no sin complicaciones, para doblegar al Manresa en el Nou Congost. En ambos escenarios, un Baskonia obligado a jugar al límite y consciente de que no hay red debajo para aminorar el impacto de los errores.
El triunfo en la comarca del Bages sirvió para certificar la clasificación matemática para la Copa del Rey. La derrota en Estambul apenas varió las distancias que separan al equipo de Perasovic de la zona de play off en la Euroliga. Hay un triunfo de distancia respecto al octavo lugar que ocupa el Bayern, el mismo margen que le separa de la séptima posición del Armani Milán.
En el quinto peldaño se encuentra el Olympiacos, con tres cuerpos de ventaja respecto a los vitorianos. El equipo griego muestra un potencial similar al de grandes dominadores como el Real Madrid, CSKA o Fenerbahce, aunque todavía no presenta una trayectoria tan regular. Sin embargo, su lenta maduración corre al ritmo de un veterano como Vassilis Spanoulis, batuta magistral de una orquesta con solistas reputados como Giorgios Printezis o un Nikola Milutinov que reivindica con brillantez la figura del pívot clásico. David Blatt trata de mantener el dinámica a todos los miembros de un regimiento nutrido y sobrado de recursos. Tiene donde elegir el técnico de origen israelí, un privilegio del que no puede disfrutar Velimir Perasovic.
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