Los fichajes de la Euroliga se cuecen entre el caos ambiental e invitados vips

Tradicionalmente, la Copa del Rey sirve de toma de contacto, de flirteo entre recepciones de hotel, salas vips y trastiendas. En esta edición, pese a la ausencia del Baskonia, Félix Fernández viajó a Málaga para realizar los primeros acercamientos azulgranas para la temporada 2024-25. Sin embargo, es ahora el momento de adelantar movimientos y acelerar conversaciones para luego no ir a remolque hasta el inicio del curso.

La NBA parece que este curso ha pasado de largo de la Euroliga. Las franquicias norteamericanas ahora no han llamado a la puerta de ninguna estrella de la máxima competición continental y eso ha permitido a los clubes trabajar con mayor seguridad decisión. Los bases y los pívots vuelven a ser escasos y acaparar los primeros acuerdos. El Milán de Ettore Messina ha estado rápido y tiene cerrado el fichaje de Josh Nebo, 'cinco' del Maccabi que este verano conseguirá un pasaporte esloveno.

Otros dos clubes que ya han movido ficha son el Mónaco, que apalabró la llegada de Calathes por dos años antes de que el griego les dejara en la cuneta en el quinto partido del 'play off', y el Olympiacos, que le arrebata al Barcelona a Keenan Evans (Zalgiris). Ahora es el Fenerbahce el que quiere dar un golpe sobre la mesa y se disputa con el Real Madrid el ostentoso refuerzo de Lorenzo Brown. Otro tema de conversación es el jugador del Andorra Jean Montero, una puja que parece que se llevará el Valencia Basket. Una vez el estadounidense nacionalizado español y el dominicano aclaren su futuro, Codi Miller-McIntyre será de los siguientes bases al que le lloverán las ofertas.

Chima Moneke, otro baskonista con contrato cuyo futuro no está claro, está presente en Berlín participando en los programas audiovisuales de la Euroliga. El nigeriano se declaró fan de Sloukas en la tertulia previa a la semifinal y la presentadora le preguntó si era un guiño para el Panathinaikos. «Juego para el Baskonia. ¿Por qué me quieres meter en problemas?», sentenció el ala-pívot africano con tono jocoso. Hasta Itoudis, a su izquierda, esbozaba una sonrisa.

Aunque el gran invitado vip de esta edición de la Final Four es Scottie Pippen. El lugarteniente de Micheal Jordan en sus seis anillos de la NBA con los Bulls de Chicago, ahora enfrentados, probó la baclavá griega y se pasó por varios micrófonos dejando constancia de su conocimiento del baloncesto europeo. «Realmente no conozco a ninguno de los cuatro equipos que están en la Final Four», declaró sin rubor. No era su primer partido europeo. El CSKA le homenajeó en 2008 ante el Baskonia. Por el Uber Arena también se dejó ver Bill Murray, actor de 'Lost in Translation'. A tenor de su vestimenta, con pantalones cortos playeros, no hay indicios de que el distinguido intérprete tuviera un favorito, pero la mayoría de altos cargos del baloncesto presentes en Berlín se fotografiaron con él.

En primera fila se encontraban el viernes Giannis Antetokounmpo animando a su hermano, el campeón del mundo Dennis Schroder o Arturas Karnisovas, ahora vicepresidente de los Bulls. Todos con un ojo en la pista y otro en la grada. A sus espaldas se desplegó una columna de agentes antidisturbios para tratar de garantizar la seguridad. Hubo 29 detenidos y canastas coreadas por los ladridos de los perros policías.

Anoche se volvieron a producir incidentes. Aficionados del Panathinaikos y Olympiacos obligaron a la policía a esmerarse para disolver la pelea que se produjo pasadas las 12 de la noche. Otra mancha más a una final Final Four que, pese a que las autoridades alemanas y europeas respiraron con la eliminación del Maccabi, ha quedado enredada por la confluencia y mala convivencia de tres aficiones desplazadas en masa hasta la capital germana.