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Cuando los sucesos no me resultan fáciles de entender suelo profundizar en una segunda lectura para intentar encontrar las razones que a primera vista se me han podido escapar. Me refiero a la destitución de Pedro Martínez. Ante todo, recordar que no ha llegado a ... estar una temporada completa en el Baskonia. Llegó en el mes de octubre del año pasado para sustituir con urgencia al inexperto Pablo Prigioni. En este caso, el relevo tenía motivos evidentes, Pablo no entendía el baloncesto desde el banquillo. Nada que ver con los motivos de la destitución del badalonés.
Cierto es que la marcha del equipo en la Euroliga no era la deseada. La derrota inesperada frente al inédito Buducnost no parece tampoco el detonante si se tienen en cuenta las razones de esa derrota: un equipo mediocre que en un día anota más de un 60 % de triples y te desarma. Ocurre que unas horas antes, los vitorianos habían caído con estrépito en Andorra por una abultada diferencia de veinte puntos. Sin duda, un síntoma de que algo no va bien y que nadie explica, ni falta que hace, mejor, como debe ser.
Lo cierto es que desde el año 2000, el Baskonia ha tenido doce entrenadores. Dusko Ivanovic, en dos etapas, ha llegado a dirigir al grupo nada menos que diez años. Después todos han sido efímeros, algunos incluso repetidores. Pues bien, lo que se podría considerar un fracaso del club por falta de paciencia, que es muy mala consejera, el historial del Baskonia demuestra que los cambios no producen temporadas fallidas. Punto final al tema.
Razones deportivas. Al equipo le faltan uno o dos jugadores determinantes que desatasquen los momentos difíciles. Sólo Shengelia lo es. Siete exteriores se mueven en el cuadro, Vildoza, Huertas y Granger como directores de juego, y Janning, Garino, Shields y Hilliard en la labor de anotadores o creadores de baloncesto, en todo lo que es jugar de cara a la canasta contraria. Los siete juegan prácticamente el mismo tiempo, no menos de diecisiete minutos ni más de veintiuno. Ninguno anota menos de seis puntos ni pasa de los diez. Ninguno es un tirador o rompedor fiable.
La plantilla es un poco chata en su juego exterior. La marcha de Beaubois nos ha dejado sin el revulsivo, sin esa estrella que mete las grandes canastas que al final decantan los resultados. Imagínense, en el mismo equipo, a Llull, Caroll, Rudy y Campazzo. Quizá este sea el motivo profundo del relevo.
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