Fallece a los 77 años el laureado entrenador Dusan Ivkovic

Tras su paso como jugador por el Radnicki, el club de su barrio en la capital serbia, con 35 años empezó a escribir su leyenda en los banquillos en el Partizán, con el que conquistó el triplete (Liga, Copa y Korac) en 1979, en el que fuera su debut. En el Pionir arrancó una leyenda que alcanzó su siguiente cúspide al frente de la antigua Yugoslavia. Logró ganar el Mundial de Argentina 90 con un combinado histórico cuya generación se vio separada meses después con el inicio de la guerra de los Balcanes. Petrovic, Obradovic, Kukoc, Perasovic, Divac, Paspalj... a todos mentorizó y a algunos, como al genio de Cacak, les sirvió como maestro para su siguiente etapa en los banquillos.

Obtuvo otras dos medallas en los Europeos de 1989 y 1995 (ya con Serbia). la plata en los Juegos Olímpicos de Seúl 88 y el oro en el Eurobasket de Italia en 1991. Icónico porque supuso el último partido de Yugoslavia en competición oficial antes de que Croacia y Eslovenia proclamaran su independencia.

Pese a seguir engrosando su palmarés con diferentes combinados nacionales (plata conSerbia en el Eurobasket 2009, perdiendo la final ante España), obtuvo numerosos éxitos por los clubes por los que pasó. Triplete con el Olympiacos en 1997, la Copa Saporta con el AEK en 2000... hasta que se cruzó en su camino el Baskonia, que le envió sus condolencias.

Contra los azulgranas vivió dos momentos relevantes de los que salió perjudicado. Ivkovic, tenía parentesco familiar con el inventor Nikola Tesla, era el entrenador del AEK de Atenas en 2001, el año en el que el Baskonia asaltó el OAKA por partida doble tras ser perjudicado por los árbitros. Aquella canasta de Dikoudis con el tiempo cumplido que fue validada, la indignación de los azulgranas, la revancha... un momento vergonzoso en el inicio de la actual Euroliga.

Cuatro años más tarde se volvieron a encontrar en la Final Four de Moscú. Al frente del CSKA vio como Dusko Ivanovic le ganaba de nuevo la partida en las semifinales, provocando su salida del conjunto ruso. Las mieles del cetro continental las puso saborear en El Pireo, primero en 1997 y posteriormente en 2012, contra todo pronóstico, con los Spanoulis, Printezis, Papanikolaou, Hines, Dorsey y Pero Antić, que le valió para ser considerado como el mejor entrenador europeo.

Se va el padre de la escuela balcánica, junto a Ranko Žeravica, que tanta influencia ha tenido en el baloncesto europeo. Poseedor de un carácter volcánico, cuyos enfados trascendieron a la par que sus éxitos, fuera de la pista se mostraba como un hombre afable y cercano, como pudieron comprobar los vitorianos en la Final Four del 2019 a la que acudió como invitado.