El nuevo Baskonia empieza a coger ritmo

El segundo partido de pretemporada no es la mejor vara para medir la pizarra y prestaciones de un equipo. Con las piernas pesadas y un trabajo táctico aún primitivo, el brillo deja paso al oficio. El Baskonia hizo valer su talento para batir al Bilbao Basket en una Euskal Kopa de pura pretemporada. Fue un amistoso en todo su rigor y sólo el premio de un trofeo elevó las revoluciones. Pero los azulgranas pusieron sobre el lienzo, con intermitencia, un mayor rango de colores y matices que en su debut. Hubo menos minutos de jugadores y más de equipo. Si en Burgos se limitó a gatear, la escuadra azulgrana anduvo, dijo sus primeras palabras e incluso dio algún sprint.

Con el descarado Raieste de inicio, el Baskonia arrancó con ritmo, con la doctrina Ivanovic en la mano. Giedraitis lograba suplir su falta de acierto desde el triple con su incansable intensidad. El lituano ya opositó en el debut para ser la nueva referencia azulgrana y volvió a dejar patente que es uno de esos jugadores capaces de condicionar el juego, incluso cuando los tiros van al hierro. Pero en los intercambios de triples fueron los visitantes -con nutrida presencia de aficionados en las gradas- los que más daño hicieron. Les permitió marcharse del primer parcial con diez puntos de renta mientras el Baskonia no daba con su mejor quinteto sobre el parqué. La pretemporada es tiempo para pruebas e Ivanovic, pese a

Carrington, obligado a ejercer de director en el mermado puesto de base, logró acelerar a su equipo en el segundo cuarto. Con Peters, que no necesitó mucho para convertir sus dos primeros triples, el cuadro vitoriano empezó a sumar efectivos a una batalla que, a base de talento individual, amenazaba con equilibrar. Si podía recuperar y correr, su seña de identidad y lo que le llevó a su cuarta liga, el equipo disfrutaba y volvía a reconocerse. Aunque por el camino todavía pagaba los clásicos desajustes, ofensivos y defensivos, dentro y fuera, propio de cualquier pretemporada. Fue un equipo más solvente que ante el San Pablo, aunque todavía requiere horas de trabajo en el taller.

El Baskonia se marchó tres abajo al descanso, aunque marcaba una tibia pero consistente tendencia al alza. Amenazaba pero no golpeaba. El conjuntado equipo de Mumbrú se apoyaba en las bazas que ya le dieron éxito el año pasado para mantener el ritmo. Aunque, conectando a sus piezas, la primera canasta de Raieste permitió al Baskonia empatar a 48 al poco de la reanudación. Polonara, tan preciso como indetectable tirando desde el exterior, orientó a los suyos para recuperar un mando que no tenían desde el primer cuarto. Balvin, dominador de una pintura que ni Diop ni Jekiri consiguieron controlar durante muchos tramos de un duelo gris, sostuvo a un Bilbao Basket que mantuvo su ventaja desde el triple cuando las fuerzas empezaban a flaquear.

Los azulgranas, irregulares, de prueba en prueba constante, habían sembrado y recogieron en el epílogo. Ahí llegaron algo más frescos. Polonara se puso los galones que cada vez con más naturalidad luce para, con 10 puntos seguidos, dar al Baskonia una ventaja que ya no desaprovechó. El italiano se llevó con todo merecimiento un MVP que hace justicia a un partido notable en el trabajo oscuro, pero también cuando los focos apuntaban.

Los azulgranas consolidaron sus prestaciones atrás para poder robar y correr con mayor frecuencia. Dos antideportivas de Rousselle y Brown terminaron de hundir a un esforzado Bilbao Basket, que se vio superado sin remedio por la creciente máquina azulgrana. El Baskonia, de menos a más, se llevó una Euskal Kopa que le permite analizar con mejor sabor de boca un encuentro donde individual y colectivamente podrá sacar varias conclusiones positivas. De momento, progresa adecuadamente.

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