La vida sigue igual en el reparto económico de la Euroliga a sus clubes participantes. De la misma manera que en 2021, los once propietarios (Baskonia, Real Madrid, Barcelona, CSKA, Efes, Fenerbahce, Milán, Zalgiris, Olympiacos, Panathinaikos y Maccabi) más el Bayern y el Asvel, poseedores ... de la permanente licencia A desde el año pasado, serán los mayores beneficiados de la distribución de ingresos de la máxima competición continental.
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Estos trece equipos recibirán un millón y medio de euros por participar, mientras que los cinco restantes cobrarán solo 500.000. Se mantiene también el mismo sistema de racionamiento por méritos deportivos, con otro millón y medio para el campeón y nada para los cuatro últimos de la clasificación. Al finalista se le compensa con 850.000 euros, mientras que acabar tercero (750.000) en ese encuentro que levanta tanta polémica entre jugadores y aficionados por su disputa significa recibir 100.000 euros más que ser cuarto (650.000). A partir de aquí, 50.000 menos por cada posición en la tabla hasta llegar a la 14ª, sin apenas diferencia por clasificarse para el play off o no hacerlo.
La Euroliga, como organizadora de la competición, gestiona los derechos de televisión y recibe todos los ingresos de los patrocinadores de la misma. Hasta la temporada pasada, el sistema que utilizaba para repartir dicha retribución era de 200.000 euros fijos para cada equipo participante, 37.000 por cada victoria lograda en la fase regular y 70.000 por muesca en los play off, con un premio para el campeón de un millón.
Este modelo se vió resentido en 2020 con el estallido de la pandemia y la cancelación de la temporada. Apenas generó beneficios para los clubes. Por ello, la junta ejecutiva de la que forman parte los once clubes fundadores aprobaron la distribución vigente para obtener mayores garantías en caso de una nueva anulación. Así, los méritos deportivos sólo representan el 21% del reparto económico por el 71% restante de los derechos comerciales. Es decir, cada equipo se llevará menos dinero por ganar y superar rondas clasificatorias.
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De esta forma, se abre la brecha entre los equipos invitados (Zenit y Alba Berlín), los que acuden a través de la Eurocup (Unics Kazán y Mónaco) y el que lo consigue a través de ganar la competición doméstica (Estrella Roja). Pero también entre los propios socios de la competición. La mayor dependencia del mercado comercial significa que los clubes de los países con contratos de televisión más elevados –se negocian de manera centralizada pero con carácter regional– se aseguran una mejora de los ingresos. En este caso, el Maccabi, los españoles y los turcos son los más beneficiados, dado que son los países donde más repercusión suscita la competición. En el otro extremo quedan el CSKA, Milán y los griegos.
Este motivo generó suspicacias a final de la temporada pasada. La competición se completó con relativa normalidad y los clubes, sin prácticamente beneficios por no poder contar con espectadores en las gradas, echaron en falta una mayor aportación de la Euroliga, que antes de pandemia estaba estipulado que repartiría 35 millones de euros y que el año pasado se quedó en 27,5, sin especificar que parte del pastel fue el que se quedó la organización que dirige Jordi Bertomeu. El Baskonia recibió 1.850.000 euros el año pasado, la cifra más alta de sus 21 temporadas y se mantuvo al margen de la polémica que se generó.
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La conservación de un sistema de reparto económico idéntico al de la temporada pasada supone una medida sorprendente dado el revuelo que suscitó al final de la campaña pasada entre una gran parte de los clubes con licencia A. El mecanismo de distribución votado diez meses antes por Maccabi, Panathinaikos, Olympiacos, Armani Milán, CSKA, Efes y Zalgiris ya no tenía su aprobación y crearon un frente común en el que se llegó a especular con la destitución de Jordi Bertomeu.
Representantes de los siete clubes contestatarios se reunieron en Atenas a mediados de abril para discrepar por lo que ellos consideraban un agravio por el porcentaje de los beneficios que le correspondía a la junta directiva. Su carácter secreto se perdió cuando los medios griegos destaparon el cónclave y las reacciones no se hicieron esperar. Bertomeu convocó a los once socios principales en su sede de Barcelona, incluidos Real Madrid, Barcelona, Baskonia, y Fenerbahce, a los que consideraron los menos perjudicados por el hecho de formar parte de una estructura más grande por los equipos de fútbol pero que se mantuvieron al lado de la figura del director ejecutivo del torneo.
En la ciudad condal se colocaron las cartas boca arriba en una reunión de casi cuatro horas de duración en la que se remarcó «la unidad como pilar fundacional de nuestra propiedad colectiva» y la clave del «éxito durante los últimos veinte años». Esto se traduce en un mayor peso en los órganos donde se toman las decisiones en la Euroliga, como el que ahora ha decidido reproducir con exactitud el controvertido sistema.
El bajón de ingresos provocado por el coronavirus ha generado tensiones económicas en las arcas de los clubes y la recuperación no será sencilla. El ansiado regreso de los espectadores a las gradas no está teniendo el impacto esperado por el momento, con numerosos asientos vacíos en la mayoría de pabellones, algo insólito en ediciones anteriores.
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