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La crisis del coronavirus cerró las canchas del baloncesto ACB y Euroliga justo en el momento en el que el Baskonia comenzaba a hilvanar victorias como no lo había hecho nunca desde el inicio de la temporada. «El equipo estaba haciendo las cosas muy bien antes del parón. Se veían las posibilidades de estar en los play off de las dos competiciones», rememoraba este lunes Pato Garino durante una rueda de prensa telemática realizada desde su hogar vitoriano. Uno más dentro del estado de reclusión general forzado por la pandemia del coronavirus, el alero argentino, caído en combate con una grave lesión de rodilla, recapitula una campaña similar a «una montaña rusa», con picos «muy altos y muy bajos». «No sería justo para el equipo terminar de esta manera. Merece seguir jugando para demostrar que no iba a ser una mala temporada».
El deseo de ver de nuevo competir a la escuadra de Dusko Ivanovic choca con el inquietante estado de incertidumbre que ha generado la crisis del coronavirus. Las competiciones permanecen aparcadas, con fechas mínimas de reinicio que parecen expresar más un deseo que una perspectiva razonable ante la grave situación sanitaria. «Nuestra ilusión es poder volver a jugar pronto, pero como personas queremos que esta situación termine para que nadie más tenga problemas, todos estemos sanos y volvamos a la vida normal», razona Garino, que tiene claro que la reapertura del deporte profesional está más en manos de las autoridades públicas que de los gestores de las competiciones. Mientras, apunta que la posible cancelación de los Juegos Olímpicos podría dar una oportunidad de acabar «a todas las Ligas del mundo, ACB y Euroliga incluidas».
El coronavirus decreta el freno a lo que sucede sobre la cancha, pero también congela otras maniobras menos visibles dentro del negocio del baloncesto. Si hay un contrato que acaba al cierre de esta temporada, como es el caso del de Garino, cualquier posibilidad de prórroga queda en el cajón de un despacho hasta que se aclare el panorama. «Con este tema se ha parado todo tipo de negociaciones con todos los equipos y jugadores. Estamos en una pausa, por así decirlo, en todos los sentidos», reconoce el exterior albiceleste.
Pato Garino afronta su confinamiento junto a su pareja, Paula, y a un acompañante canino que no duda en colar sus ladridos entre pregunta y pregunta. La cabeza se mantiene ocupada entre obligaciones culinarias, la lectura, el visionado de series e incluso hay margen para dibujar mandalas. Eso sí, el entrenamiento y la labor de reacondicionamiento físico siguen siendo básicos. No en balde, el parón también condiciona el proceso de rehabilitación de su rodilla derecha, cuyo ligamento cruzado anterior se rompió el pasado noviembre. La dilación de la campaña puede correr a su favor, aunque el propio jugador admite que todo «es un poco más lento» cuando no hay un gimnasio en el que trabajar y toca de adaptar las tablas de ejercicios. «Volver a jugar en el Baskonia esta temporada sería una ilusión muy grande. Es algo que hace un tiempo ni se me hubiera cruzado por la cabeza. El tiempo dirá», asegura Garino.
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