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Me temo que no sólo el protagonista se sorprendió por su forzada salida de Vitoria al carecer de una oferta de continuidad tras su notable campaña en el ejército de Dusko Ivanovic. También parece evidente que a una parte sustancial de la afición azulgrana le ... extrañó que el club zanjase las relaciones laborales con el escolta sin un mínimo sondeo para conocer su tendencia a permanecer en Betoño. Demostrado queda que la directiva alavesa decidió que el vínculo entre ambas partes expiraba con el asomo del verano.
Particularmente lamento que Zoran Dragic escuche mañana el himno de la Euroliga alineado en el otro bando y no con el escudo del carnero. El hermano de Goran -menudo quiebro de cabezas de sus padres a la hora de nombrarlos- que vive de su personalidad propia es un tipo que sepulta los contados defectos con paladas de cualidades sobre la cancha. A lo largo de su extensa carrera que le ha llevado a siete países (el natal, España, Rusia, Estados Unidos, Italia, Turquía y ahora Lituania) se ha mostrado como un jugador que siempre suma mucho más de cuanto resta.
Hablamos de un 'dos' completo y listo que procura a los equipos donde milita aquello que más requieren en cada momento. Muy del gusto del mariscal sustituido hace medio mes en la banda de Zurbano porque encarnaba esa especie de navaja multiusos que tanto aprecian los entrenadores de un baloncesto moderno donde priman la polivalencia y el 'todo en uno'.
Zoran aporta -lo hizo la temporada anterior aquí- bastantes de los ingredientes variados con los que se cocina hoy el deporte de las cestas y de los puntos. ¿Que su técnico le reclama energía? Ahí vuelca la suya con la dosificación inteligente que proporciona la veteranía y una actitud irreprochable. Un guerrero de cierta graduación para las causas colectivas.
Dragic ha esparcido muestras de una defensa más que correcta con algunas actuaciones relevantes de media pista hacia atrás. Y podía postularse como un cooperante de nivel en ataque sin necesidad alguna de reclamar los focos para sí mismo. Tirador eficaz de tres puntos si dispone de tiempo para armar su peculiar lanzamiento, siempre dispuesto a socorrer a compañeros en apuros con la pelota ofreciéndose 'entre líneas' y autor de un plato 'made in Zoran'.
Me refiero a su célebre modo de embolsar el balón dentro del hueco que forman el brazo y su prolongación para penetrar hacia la canasta y dejar bandejas a zurdas muy difíciles de defender por la manera de protegerse. En el recuerdo cercano, aunque doloroso, queda el recital que sobre esta misma materia dejó Causeur durante el reciente desfile militar de la Casa Blanca en el Buesa Arena.
Una simple mirada al historial deportivo de quien ahora viste la camiseta verde informa sobre su escasa permanencia en los sitios, una circunstancia acentuada por el tránsito estadounidense (Phoenix y Miami) y dos graves lesiones de la misma rodilla en apenas un año. De no haberlas padecido queda la sensación de que Zoran podía haber establecido su cuartel general por más tiempo en algún lugar. Muy probablemente Vitoria en el caso de recibir una propuesta para extender el contrato.
En un puesto, además, que junto al de 'cinco' presenta las mayores inestabilidades las últimas campañas dentro de la plantilla azulgrana. No cuajó Carrington y llegó él. Se marchó a la fuerza para dejar su hueco a un Marinkovic que dista de contribuir lo suficiente. Me temo -vuelvo al principio del texto- que buena parte de la afición alavesa añora al zurdo de Liubliana, el que aportaba seriedad y casi nueve puntos en Europa. El incorporado al equipo de Kaunas tras un rosco inicial (0-7) y que sigue procurando al grupo su cuota de responsabilidad corporativa.
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