Acabó la guerra de la final ACB con una cuarta batalla, como fueron las anteriores, de una competitividad preciosa, decidida únicamente en la recta final de cada una. Con un nivel de juego y de compromiso como solo pueden dar dos equipos tan competitivos como ... lo son el Kirolbet Baskonia y el Real Madrid. Cuatro enfrentamientos en los que ni el grupo de Pedro Martínez ni el de Pablo Laso dejaron nada en el tintero.
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Comenzó el duelo como los pasados, alto ritmo y sin concesiones. Los diálogos comenzaron a desarrollarse desde el perímetro. Se inició con Beaubois y Carrol y continuó con Janning y Rudy Fernández. La pelea fue de una bellísima intensidad. Dentro de la pintura, un cuerpo a cuerpo con la electricidad a flor de piel. Apoyados en una activa defensa, se respondía con paciencia y sin ansiedad. Se escapaban y se reenganchaban, pero nunca hubo diferencias significativas. Así se llegó al 38-42 favorable a los de Pablo Laso al final del primer tiempo.
La segunda parte dio paso a dos equipos enzarzados en una pelea más física, una batalla de desgaste que no es el credo puro madridista pero que también sirve para ganar; los contactos fueron más constantes y más duros. El cansancio pasaba factura y como nadie daba un paso atrás, aparecieron los primeros roces. Rudy Fernández siguió siendo el sostén del Real Madrid, pero el diálogo paso a reconducirse a la pintura. Ayón y sobre todo Reyes permitieron sostener las diferencias. Como además ni Vildoza, ni Granger, ni Huertas daban con la tecla, los de Pedro Martínez siempre fueron a rebufo de lo que marcó Campazzo, una de las claves de este partido. El corazón baskonista no regaló ningún momento, pero fue insuficiente para derrotar a un buen Real Madrid. Que ganó por 85-96 final.
No hay derrota que no deje frustración y menos cuando en cada ocasión estuviste a punto de conseguir la victoria. El Baskonia tiene razones suficientes para sentirse satisfecho. No ha defraudado a nadie porque ha dado todo lo que ha podido y ha transmitido siempre esperanza. Con argumentos sólidos. Lo único negativo es que enfrente ha tenido a otro buen equipo, que ha respondido bien a lo que los vitorianos le exigieron. Cuando pase el tiempo, con más sosiego, seguro que se degustará mejor lo realizado. Que ha sido mucho y, sobre todo, bueno.
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