
Dani Pérez | Base del Manresa
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Dani Pérez | Base del Manresa
«En el Manresa nos estamos malacostumbrando a pelear por el play off con clubes como el Baskonia»Dani Pérez (Hospitalet, 1990) es la mejor figura para explicar el éxito actual del Manresa. O al menos intentarlo. «Llevo seis años y en cinco ... hemos peleado o jugado la Copa y el play off. Es surrealista». A él, que se define como «el entrenador en la pista», no se le ocurre otro calificativo para definir que uno de los equipos con menor presupuesto se haya instalado en la zona alta de la ACB. Descendiente de banqueros, transmite un talante modesto que desaparecerá esta noche en cuanto lleguen al Buesa Arena a tratar de saltar la banca.
– ¿Es igual de temible que el Palau o el Movistar Arena?
– Para el Manresa sí. No puede ser de otra forma. Por muy mal que estén, para competir tenemos que jugar a nuestro mejor nivel. Si no… olvídate.
– Pero ya pelean por lo mismo.
– A nosotros nos funciona el partido a partido. Ya hemos conseguido la salvación, que es el objetivo principal, pero aún no pensamos en play off. Es surrealista luchar por objetivos así con clubes que multiplican por tres o cuatro el presupuesto... Nos estamos malacostumbrando. Pero bueno, el club viene haciendo las cosas muy bien desde hace años, ha encontrado un estilo, una filosofía y los jugadores que vienen funcionan.
– ¿Se sienten un equipo trampolín?
– Seguramente. Los últimos años ha venido algún jugador con mejores ofertas pero que se decanta por esta opción para crecer, darse a conocer y tener unas mejores opciones al año siguiente. Tampoco creo que sea malo para el club. Puede ser atractivo en la balanza que económicamente no podemos equilibrar.
– ¿Qué le sugiere que se mire tanto por el negocio en el deporte?
– En parte, naturalidad. Es que para nosotros es un negocio, un trabajo que dura 15 años. No solo hay que mirar el dinero, pero es un factor muy importante para los que no tenemos sueldos millonarios.
– ¿Cómo logran ese sentimiento de pertenencia en el club?
– Primero explicas que para Manresa no es fácil siquiera mantener un equipo en ACB. Es fácil de entenderlo porque se nota. Es una ciudad de 75.000 personas en la que se respira baloncesto por los cuatro costados. Vas por la calle y a la mayoría de niños se les dibuja una sonrisa cuando te ven. Esa ilusión se contagia y hace que la gente se involucre. Ayuda que todos vivimos en Manresa. Alguno sí baja a comer o cenar a Barcelona, pero con sentido común y con la cabeza en su sitio. Lo normal es que estemos todos aquí.
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– ¿Le condiciona ser zurdo?
– Cada vez menos porque ya somos más. Lo máximo que me condiciona es que como el resto suelen ser diestros, algún sistema lo tienes que hacer al revés. Pero se lleva con naturalidad. Se ha evolucionado. Cuando yo era pequeño, algún familiar les decía a mis padres: '¿cómo dejas que escriba con la izquierda?'.
– ¿El estilo de juego va ligado a la personalidad?
– Sin duda. Habrá alguno que no, pero en mi caso… no puedo engañar a nadie. Soy una persona tranquila que intenta hacer las cosas con cabeza y ese es mi juego, tratar de ser el entrenador en la pista. No soy de hablar más de la cuenta o de dar órdenes. Alguna vez lo he tenido que hacer, o echar alguna bronca, pero me cuesta. He sido así toda mi carrera y no puedo cambiarlo con 35 años.
– Le costó asentarse en ACB. ¿También cree que es una «vergüenza» que no haya más españoles?
– Estoy en la misma línea que Juancho (Hernangómez) y Xabi (López-Arostegui). Si nosotros no defendemos a los jugadores españoles, mal estamos. Todos nos tenemos que ganar el sitio, eso por delante. Pero muchas veces le damos más valor a lo de fuera. La dinámica es que cada vez se dan menos oportunidades a los españoles y por nivel… ves la categorías de formación y España gana muchas veces. Talento hay, pero hay que dar oportunidades para pulirlo. Pero no hay paciencia.
– ¿Es una cuestión de no valorar o que al ser cupos salen más caros que formar extranjeros?
– En el último año hay un tema económico claro. Con los sueldos de las universidades de EE UU no se puede competir y habría que revirsarlo. Pero antes no existía. Lo que menos me gusta es ver un campeonato de España júnior o cadete con equipos que se traen siete u ocho extranjeros, si les cuadra se quedan y luego computan como jugadores de formación. La propia ley daña al jugador nacional pero a los clubes les va bien y obviamente no quieren cambiarla. Lo entiendo. Es un largo debate y sin una solución fácil. No digo que haya españoles para tener un rol importante, pero creo que sí los hay para ser al menos la undécima o duodécima ficha, que a lo mejor se las das a un joven de Estonia o Letonia.
– Será la primera vez de Mario Saint-Supery en el Buesa. ¿Tiene techo?
– Tiene unas patas que no son normales. Reúne talento, ambición, ganas y condiciones físicas. Lo tiene todo para llegar donde él quiera. Ahora está en el sitio y con el entrenador perfecto para seguir creciendo. No soy muy seguidor de la NBA, pero los mejores talentos jóvenes van para allí y este lo es.
– ¿Qué le sugiere ser de la quinta del director deportivo?
– Igual dice más de él que de mí (risas). Xevi (Pujol) está demostrando que tiene don para fichar. Yo asumo el paso del tiempo, contra eso no se puede luchar. Luego pienso en ser entrenador y no lo llevaría bien, así que casi descartado. Soy un loco del basket, pero echo de menos cosas de estar en familia. Soy licenciado en Administración y Dirección de Empresas y tengo alguna cosilla más en finanzas, me viene de familia. Así que ya veré por donde salgo.
– ¿Mantuvo esa humildad en todo momento cuando estuvo en la cantera del Barça?
– Te engañaría si te dijera que no destaqué de pequeño, pero no me llega a plantear el vivir del baloncesto hasta los 16 o 17 años. Yo sabía que era bueno, pero no tanto como para poder jugar en un Barça. Y eso lo deberían tener presente todos porque al Barça de baloncesto no se le recuerda por las oportunidades que se le dan a los jóvenes. Tienen solo a Gasol y Navarro, que te sale uno así cada siglo. El jugar en el Barça te pone en ese escenario de que todo tu alrededor sabe y habla que juegas en el Barça, pero siempre he tenido los pies en el suelo porque ves que hay tíos muy buenos que se quedan por el camino.
– ¿Qué aprendió en LEB Oro?
– Disfruté y aprendí muchísimo. Asumir responsabilidades, poder tomar decisiones, equivocarme… lo que necesita un joven. En una categoría que no es profesional pero sí se siente así.
– ¿Es más fácil dar el salto ahora que sí se consuman los ascensos?
– La LEB ha dado un salto los últimos tres años. Cuando permites a los equipos ascender y descender, pasa esto. Parece lógico pero, por desgracia, tuvimos unos años en los que no pasaba y daba un poco de tristeza. Subí dos veces, con Menorca y Palencia, años increíbles pero llegaba el verano y es que no tenías ilusión porque sabías que no iba a subir el equipo, era inviable. Llegó la crisis económica, los clubes dejaron de recibir muchas ayudas públicas y exigir a pagar cuatro millones de euros… Mal para todos. Como jugador te sientes atrapado porque juegas muy bien, pero no subías y no te llamaba nadie. Yo me planteé irme fuera después de mi año en Oviedo. Tuve alguna oferta pero apareció GBC y Porfi y lo cogí por los cuernos por aprovechar esa segunda oportunidad de ir a la ACB tras la de Fuenlabrada.
– ¿Obsesiona el hecho de que le floten los tiros?
– Intento no darle vueltas. Con 24 años te entran algunas dudas de más. Ahora ya relativizar todo. No soy un tirador y va a rachas. Hay partidos que le das siempre al hierro y en otro metes tres triples. Es un arma más de la defensa y si te dejan tirar, hay que probar a ver que tal estás ese día. Hay que seguir entrenando, pero son momentos.
– ¿Qué es lo que más cuesta adaptarse cuando se enfrentan a un equipo Euroliga?
– El nível físico aún se nota, pero creo que la diferencia se está acortando. El baloncesto en general ha evolucionado a todos los niveles hacia un deporte más físico. Unicaja, Murcia… no están tan lejos que los de la Euroliga, que encima ahora es tan exigente que luego sufren en la liga regular.
– ¿Ha jugado algún partido tan extraño como el de la primera vuelta?
– Esa es buena. No sabía decirte. Fue un partido raro porque esto sí que ves que vas ganando, vas ganando, vas ganando, pero se te van acercando, se te van acercando y realmente, pues mira, jugaron mejor que nosotros los últimos dos minutos y se llevaron la victoria. No hay más vuelta. Obviamente da rabia perder así. Howard se enchufó, acercó al equipo y al final de cara o cruz se lo llevaron con el canastón de Baldwin.
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