Las cuentas del Baskonia salen a cerebro por año

Hay que reconocer a la entidad azulgrana la mirada clínica que le elevó a la celebridad y que, en parte, aún mantiene. Si jugara a los dardos, se diría que los ha clavado en el centro de la diana los tres últimos ejercicios. Admitiendo que 'el otro' Baldwin (Wade, 2021-22) genera filias y fobias, apenas caben dudas acerca de su talento. Llegó del Bayern y, tras el trampolín propulsor de Betoño, lo reclutó el poderoso Maccabi, donde ha cumplido dos ejercicios.

La gerencia deportiva alavesa continuó su rastreo por debajo del radar y rescató de una Rusia bélica y sancionada a Darius Thompson (2022-23). Lo trajo del Lokomotiv Kuban y junto a los humedales de Salburua desplegó a modo de abanico de pavo real un baloncesto eficaz y elegante. ¿Su destino? El Anadolu Efes, bicampeón de los grandes pesos. Un gran hallazgo como preámbulo del posterior capítulo triunfal.

El Baskonia anunció en el verano del año pasado el fichaje de Codi Miller-McIntyre (2023-24), un hombre que entiende cada hito en su carrera como las hojas arrancadas del calendario. Procedía del Gaziantep turco, y al igual que su predecesor en el puesto, se estrenaba en la Euroliga. Un torneo del máximo nivel rendido a la determinación y el físico demoledor del gran descubrimiento continental. El líder de los pases generosos y firmante de un histórico triple-doble con veinte asistencias vuela al sector rojiblanco de Belgrado, cuna de la canasta devuelta al primer plano por las potentes inyecciones de dinero.

Al club de Zurbano se le plantea ahora el enorme reto de crear desde la nada la demarcación fundamental del base. Si ya resulta un problema de envergadura sustituir a alguien tan sólido como McIntyre -asunto muy bien resuelto las tres últimas campañas-, qué decir de extender contratos a dos timoneles. Otro además de Baldwin. Codi llegó medio oculto porque los focos alumbraban en principio a Nico Mannion, pero el tipo de pasaporte búlgaro se ganó todo el crédito y más sobre la cancha.

La alusión directa al italiano cuadra perfectamente con una rémora irrebatible a lo largo de los tres últimos cursos: el escaso peso de los escuderos en el banquillo. A Wade Baldwin le acompañó un Granger disminuido por las lesiones después de firmar una notable hoja de servicios en Vitoria. Sólo el segundo advenimiento de Henry dotó al Baskonia de una pareja de guías formidable y envidiada por Europa entera. Pero 'Pi' duró menos de tres meses hasta su expediente sancionador y Heidegger nunca alcanzó la nota exigible.

Un asunto reproducido en el ejercicio prematuramente acabado el 12 de mayo. Temor generaba imaginar una baja prolongada de McIntyre porque ni Chiozza y tampoco Theodore, pese a algunas actuaciones sueltas de ambos, presentaban las garantías necesarias para dirigir una nave del fuselaje azulgrana. Mientras buena parte de los rivales concedían descansos necesarios a su jefe de pista, Dusko Ivanovic debía de exprimir los valores de su lobo estepario.

La historia de la entidad alavesa contiene formidables episodios relacionados con sus bases. Desde Pablo Laso pasando por dúos tan admirables como Bennett-Corchiani y Prigioni-Calderón. También la coincidencia hace una década de James y Adams y la traca fugaz que dejó el olor a pólvora de Shane Larkin al abandonar el equipo vitoriano en 2017.

Cabe recordar, asimismo, una legislatura estable que abarca el período 2017-21. Era en la que el joven Vildoza -ahora en litigios judiciales con el club alavés- competía junto a veteranos del calibre de Granger y el venerable Huertas que todavía imparte cátedra en Tenerife. Un tiempo anterior al 'rasca y gana' que domina las tres últimas temporadas. Al Baskonia de ideología mercantil le cuesta ahora un mundo retener el talento en el que reparó con su ojo de halcón. Víctima de los talonarios abiertos y de los bolígrafos cargados de tinta para la firma de cheques muy difíciles de igualar.