El tortuoso camino hacia la cima copera
Carrera de fondo ·
El baloncesto alavés se estrenó en la Copa con el Club Natación Vitoria, se emocionó con el Kas en el Frontón Vitoriano y luego presenció el largo caminar del Baskonia hasta el éxitoCarrera de fondo ·
El baloncesto alavés se estrenó en la Copa con el Club Natación Vitoria, se emocionó con el Kas en el Frontón Vitoriano y luego presenció el largo caminar del Baskonia hasta el éxitoEl verso inicial de la canción 'The long and winding road' de los Beatles concreta lo que significa el torneo copero para un equipo que busca su ocasión entre los grandes, el simbolismo del camino de la vida en busca de una morada codiciada y ... segura. El Baskonia luce seis títulos coperos, desde aquella primera pica en Granada hace ya 25 ediciones Pero pocos recapitulan las 58 anteriores que componen una senda de charcos, tristezas, borrascas y deserciones.
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La Copa es un trofeo vetusto, más incluso que la primera canasta que se instaló en Vitoria. La primera edición fue en tiempos de la Segunda República cuando sólo había dos ligas de baloncesto en España, la catalana y la de la región centro. La guerra sumergió en la trinchera a rojos y azules y también a los del balón naranja hasta que, en 1940, los tiros se convirtieron de nuevo en lanzamientos. Desde entonces, de manera ininterrumpida, la Copa tiene un espacio importante en la elite baloncestista nacional.
No fue hasta la sexta edición cuando se pudo ver a un equipo vasco. La Federación Española incorporó al torneo copero a las regiones con federación territorial. De las tres provincias vascas, sólo la guipuzcoana tenía federación en 1940, por lo que el San Fernando desde entonces tiene el honor de haber sido el primero entre los vascos y donostiarras. Sin gloria deportiva mayor que esta, le siguieron sin mejorar la actuación: el CD Fortuna, Educación y Descanso y la Guardia Municipal de San Sebastián. Posteriormente, la Real Sociedad, el Atlético de San Sebastián y el Askatuak, ambos del mítico Josean Gasca.
En 1948, el CD Bilbao inscribió su nombre en esta frenética competición. Era de justicia ya que en sus instalaciones se jugó por primera vez al baloncesto en el País Vasco a pesar de que no había canasta alguna en aquel gimnasio. La historia comienza con una enfermedad, la del profesor titular de natación que hizo que, en aquella primavera de 1934, se contratara a un atlético uruguayo llamado Ítalo Lorenti. En el gimnasio, entre sentadillas y flexiones, Lorenti hablaba de un maravilloso juego con partidos de 5 jugadores, tan dinámico que todos tocaban la pelota y en el que todos podían anotar. Despertó tanta curiosidad que tuvo que escribir el reglamento y programar unos partidos para los miembros a pesar de que allí no había canastas. El charrúa utilizó las barras paralelas. Las elevó a tres metros y colocó ropa encima de ellas dejando el hueco justo para que entrase el balón. Todo un éxito deportivo y de ingenio.
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En lo relativo a la competición copera CD Bilbao, San Agustín, Juventus, Patronato, Caja Bilbao, ni siquiera el Águilas de Emiliano y Díaz Miguel lograron pasar de cuartos aunque la sede de la fase final se disputara en tierras vascas. La edición del 51 sucedió en el Frontón Gros de San Sebastián, la del 61 en la cancha de CD Bilbao y la del 63 en los frontis de Bergara, en el Beotibar de Tolosa y en el Urumea de Donostia. Ningún equipo vasco era capaz de alcanzar el soportal. El último territorio en intentarlo resultó el primero en derribar la puerta.
En 1965, el Club Natación Vitoria inauguró el registro copero alavés. Entrenados por Javier Añua, los Llano, Serrano, Cobas, Guereñu, Laso, Lapeña y compañía alcanzaron la séptima plaza de la competición, después de perder ampliamente contra el Joventut de Badalona y el Picadero de Barcelona y ganar al Estudiantes, el de Vigo, por 48 a 41.
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Pero quien realmente hizo ceder el portón con tres grandes sacudidas fue el Kas, santo y seña del baloncesto vasco a finales de los 60. La primera participación, que contó con un partido frente al Sniace en Torrelavega, tuvo la singularidad de que aquel fue el único encuentro que se perdió en toda la temporada de Segunda. Al año siguiente, ya en Primera, las cosas cambiaron sustancialmente. Primero en cuanto a participación ya que el formato ofreció la oportunidad de que por primera pudieran enfrentarse los equipos de las tres provincias vascas.
En el camino, el conjunto vitoriano fue dejando rivales en la cuneta. En una final a cuatro, los kasistas tenían una oportunidad para vencer a los favoritos y más si lo hacían en casa. La casa de refrescos y el Frontón Vitoriano organizaron el evento. El Joventut padeció el factor cancha vitoriano frente a un Kas pletórico (91-81). Sin embargo, en la final, con más gente de la que cabía en las gradas, el Real Madrid se hizo con el trofeo pero dejó al Kas un jugoso premio de consolación, la Recopa de Europa. La última presencia de Kas en la Copa sucedió mientras se preparaba el expolio del club desde el Zadorra al Nervión. El equipo dirigido por Gállego cayó en los cuartos de final.
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El camino siguió serpenteante y esquivo hasta que Vasconia lo volvió a enfilar en 1973. Los de Pepe Laso se plantaron a la primera en semifinales tras eliminar al Ignis Mataró y al Águilas de Bilbao. Sólo el Estudiantes de Madrid pudo con el 'Rocket Team' azulgrana, que en un trienio emergió al baloncesto nacional con nombres como Pinedo, Lázaro o Luquero. De aquí hasta 1989 las copas fueron salteadas. Unas sí y otras no. De las 15 ediciones, Basconia (que desde el 76 cambió la V por la B) participó en ocho. Destaca la disputada en 1979 con Iñaki Iriarte y Fofo como técnicos de un equipo que tenía a Webb Williams como americano, con Rodríguez, Garayalde, San Emeterio, Luquero, Sautu, Capetillo, Junguitu, Segurola y el malogrado Juanma Conde. El Barça de 'nuestro' Sibilio actuó como verdugo.
Los 90 resultaron la década prodigiosa en la que se hicieron realidad los sueños de Molo. No fue fácil ni a la primera. Con Herb Brown se modernizó la preparación deportiva del club. El equipo pasó de Mendizorroza a jugar en el Araba Arena. Taugrés se convirtió en el sólido patrocinador del club al tiempo que se descubrió la fértil Argentina en Cañada de Gómez. A todo esto, el equipo junior se proclamó campeón de España con jugadores como Nicola, Guiñazu, Sala, García, Rodríguez, Gómez… todos con participación arriba. Baskonia golpeaba mejor y más fuerte en el clavo de la construcción de la plantilla. Era cuestión de resiliencia y la copa el escenario ideal. A pesar de las tres eliminaciones prematuras, Baskonia empezaba a sonreír en el baloncesto nacional y europeo dejando entrever sangre en el colmillo.
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Para 1993 el equipo estaba maduro. Manel Comas dirigía los entrenamientos con el horario Michelín, rígida mano de capataz y bigote de sheriff. Pablo Laso alcanzó la madurez para conducir al equipo. Velimir Perasovic, encestaba desde donde fuera, todo lo que caía en sus manos. Y Ramón Rivas tachaba de la lista de su nevera los nombres de quienes debían sentir el peso de la ley baskonista. Todo conducía a Sevilla 1994 donde ocurrió de todo, hasta una final.
En la ronda previa frente al Elmar León (96-95), Taugrés se clasificó como lo hace Italia en la fase previa de los los mundiales de fútbol y Baskonia creció de la misma manera que lo hacen los transalpinos. De primer plato en Sevilla, el encuentro de la venganza. Entrante frío, Manel Comas juntaba la palma de su mano izquierda con el índice de la derecha para pedir un tiempo a escasos segundos del final y con un 79-71 a su favor. Con ello, devolvía a Obradovic el ultraje de la tercera jornada de liga en la que por «un deseo del público» pidió un tiempo muerto con todo resuelto. El Sheriff no se mordió el bigote: «Lamento que el Joventut haya pasado de tener en el banquillo a un señor, para contar con un expresidiario».
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El segundo plato, una ración de Estudiantes. Con 29 iguales en el marcador, Laso pasó a Marcelo machacó un contraataque con rabia. El de Rafaela se colgó del aro, pero los dedos resbalaron del hierro. Las piernas se le fueron hacia arriba y la cabeza contra el suelo. Inconsciente, comenzó a convulsionar y los corazones baskonistas se detuvieron. El equipo también entró en shock hasta que alguien anunció por megafonía que Nicola no presentaba daños en la columna. Aquellas palabras resultaron el mejor tiempo muerto de la historia de Baskonia.
La final frente al Barcelona fue el combate en Filipinas. Aquel 'Thrilla in Sevilla', comenzó con un aro doblado y terminó en la pelea del siglo. Es lo que pasa si juntas a Ramón Rivas, Tony Massenburg, Quique Andreu y a Ken 'animal' Bannister.
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La suma de todo construyó el arco del triunfo baskonista por el que cruzaría en Granada 1995, 10 años después del Trofeo Asociación de Villanueva de la Serena, otra suerte de copa. En Madrid 2021, Baskonia vuelve a enfilar la vía tras no clasificarse en 2020 mientras se le escucha tararear la frase final de Paul McCartney: «No me dejes esperando aquí, llévame a tu puerta».
1965. En este año, el Club Natación Vitoria se convirtió en el primer equipo alavés en participar en la Copa. Alcanzó la séptima plaza de la competición.
Final en el Frontón. Un Frontón Vitoriano abarrotado acogió en 1967 la final copera en la que el Kas defendió su condición de anfitrión tras eliminar al Joventut en semifinales. Los jugadores dirigidos por Javier Añua no pudieron con el poderoso Real Madrid. Al menos, hubo premio de consolación; una plaza para disputar la Recopa del Europa.
Progresión azulgrana. De los primeros 'pinitos' con la eliminación en las semifinales de 1973 a una progresión lenta pero constante. El Baskonia terminaría por hacer realidad sus sueños coperos ya metidos en la década de los noventa.
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