Si hay algún detallE que destaque en los enfrentamientos de 'play off' más que en cualquier otro momento, ese es la falta de compasión. Respeto sí, pero compasión ninguna. Si demuestras alguna debilidad, será explotada sin consideración por el rival. Esto fue algo parecido a ... lo que ocurrió en el segundo enfrentamiento de la serie final. El partido transitaba por la excelencia de los dos conjuntos. El ritmo fue frenético desde el comienzo, con un nivel de respuesta notable por ambos lados. Tanto el Real Madrid como el Kirolbet Baskonia demostraban por qué están jugando la final. Dos equipos con estilos similares, que no engañan a nadie. Creen firmemente en lo que hacen y no negocian con el estilo.
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Hasta que llegó la inoportuna lesión de Voigtmann. En ese momento, los de Pedro Martínez, que habían llevado la manija del juego, se desnortaron y los madrileños aprovecharon para llegar al descanso igualados. El tercer cuarto fue para los baskonistas un agujero negro. El Real Madrid sintió la debilidad vitoriana y apretó en el ritmo. Mientras unos se mantenían en los niveles de acierto de la primera parte, los azulgranas desconectados del aro no encontraron durante este periodo ninguna respuesta aceptable. El partido acabó aquí. Los de Laso no bajaron el pie del acelerador y el partido se endureció. La demostración de competitividad del periodo final solo sirvió para decorar el resultado.
La serie se traslada al Buesa Arena y el Baskonia llega con los deberes hechos. El 1-1 da la posibilidad de que la final se pueda resolver en Vitoria. Las dificultades van a continuar porque el equipo de Pablo Laso es un buen competidor. Pero las sensaciones que el Kirolbet se trae de Madrid son esperanzadoras. Si ofrece su mejor juego colectivo, tiene mucho potencial. Cuando funciona de esta manera se convierte en un grupo donde la dependencia es relativa y en el que suman muchos jugadores. Es el gran valor que le ayudará a superar la lesión de Voigtmann, si al final es duradera.
Todo hace pensar que, en condiciones normales, los enfrentamientos van a seguir por el camino de la igualdad, partidos maratonianos, competidos, que van a necesitar de un buen temple en el último suspiro. Vamos, nada inesperado cuando se habla de una final.
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