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Casi una semana después de la prematura y abrupta eliminación liguera, tanto la directiva azulgrana que lidera Josean Querejeta en primera persona como el propio Joan Peñarroya se sienten «libres» de mantener el vínculo firmado el verano anterior o de ir por caminos separados. Esta ... es la realidad a fecha de hoy según ha podido atestiguar este periódico de fuentes solventes. El segundo año de contrato se activaba una vez alcanzados unos objetivos que no se han cumplido. En este punto, club y técnico no tienen en este momento compromiso alguno. Pueden optar por seguir juntos con un nuevo acuerdo o separar sus caminos.
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El club azulgrana prolonga el compás de espera para decidir si se inclina por mantener o no al entrenador egarense en su banquillo. Y en esa prórroga se cuelan los intereses de agentes por situar a sus piezas más relevantes. Entre las que suena, con cierta fuerza, el griego Ioannis Sfairopoulos.
Tras una campaña en la que Peñarroya y los jugadores han devuelto la esperanza a una afición alicaída tras el convulso y muy decepcionante curso anterior, el Baskonia viaja en un péndulo mental sobre el futuro inmediato. Porque las efervescentes noches para el recuerdo eterno por un baloncesto batallador y muy atractivo durante ocho meses chocan frontalmente con una cuenta de resultados muy difícil de digerir para una entidad de tan alta autoexigencia como la alavesa.
El entrenador de Terrassa firmó el verano pasado un contrato de dos temporadas, aunque la segunda de ellas dependía en cierto modo de los números, fríos o calientes, al final del ejercicio. Y está claro que la incandescencia de un juego ofensivo y lúdico durante las fases regulares de los torneos doméstico y continental ha derivado en una congelación de los mejores vaticinios. Nada menos que las caídas a plomo, sin respuestas además, frente al Joventut en la Copa y en un cruce de cuartos.
La calidad de un baloncesto dinámico y de ritmo vivo a cargo de un plantel de artilleros queda empañada por los descorazonadores pinchazos competitivos en las citas capitulares. Y desde la planta noble de una entidad satisfecha tantas veladas se le reclamaba al preparador un mayor nivel defensivo de un conjunto, construido eso sí, para la velocidad, las posesiones cortas y el triple.
ambién Peñarroya dispone de voz y de voto en cuanto a continuar o no su carrera en el banquillo de Zurbano. Por si el club o el propio técnico decidiesen escribir el punto y final a su relación, la directiva que encabeza Querejeta maneja opciones para ocupar la banda del Buesa Arena. Nada puede establecerse como definitivo porque no sería la primera vez que la entidad prescinde de un entrenador tras alcanzar las semifinales o conserva a quien ha caído antes. El dilema consiste en el voto de confianza a la espera de conciliar sensaciones y resultados o abrir una nueva senda. Otra más en los últimos años, que no llegan a conocer la estabilidad en el puesto.
Ioannis Sfairopoulos, nacido en Salónica hace 56 años, figura en la quiniela azulgrana. El griego no dirige a un equipo desde su destitución hace dieciséis meses en el Maccabi. Conoce la elite del baloncesto continental por sus cuatro cursos al frente del Olympiacos, con el que perdió la final de la Euroliga de 2015 ante el Real Madrid de 'Chapu' Nocioni. Y después ejerció el mando otra legislatura casi completa a cargo de la fiebre amarilla que representa el emblema de Israel. Antes había preparado como máximo responsable a PAOK, Kolossos y Panionios y contribuido desde la faceta de ayudante a la selección helena, el conjunto de El Pireo y el también todopoderoso CSKA de Moscú.
Al Baskonia le gustan los actos promocionales en los que la afición se acerca a los componentes de la plantilla. Tanto en los misterios gozosos como en los dolorosos, según la terminología religiosa que viene a cuento tras el abrupto cierre de la campaña. Y el viernes pasado programó una firma de autógrafos y la posibilidad de charlar y fotografiarse con los protagonistas a cargo de la parroquia azulgrana. Los jugadores llegaron a la tienda de la calle General Álava en autobús. Encabezó la comitiva Matt Costello, abriendo camino a sus compañeros, todos ataviados con el polo negro de la entidad que luce el escudo del carnero. Joan Peñarroya cerró el grupo como último en acceder al establecimiento que acoge los productos de Baskonia y Alavés vestido con ropa de calle. Un jersey oscuro sin ningún distintivo de la entidad vitoriana. El técnico de Terrassa compartió uno de los pupitres redondos y elevados del piso superior de la tienda con Tadas Sedekerkis, a quien ha rehabilitado -mérito también, por supuesto, del alero fuerte lituano- tras la involución a la que Neven Spahija sometió al jugador báltico. Sonriente, el entrenador firmó a quienes se lo solicitaban y respondió con dos palabras escuetas y reiteradas -«a ver, a ver»- cuando le animaban a mantener la ilusión de los seguidores la próxima campaña pese al desencanto de la prematura eliminación liguera. La caída a manos del Joventut, verdugo azulgrana en las ilusionantes citas de la Copa y la primera eliminatoria por el título de la ACB.
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