![Las cinco claves de la resurrección del Baskonia](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202007/01/media/cortadas/toko-kEJF-U110671522847wSH-1248x770@El%20Correo.jpg)
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Era la broma por la que se recuerda la serie de televisión más exitosa en España. «Para dentro, Romerales». Y es un poco lo que puede explicar también el pecado original del Baskonia esta temporada, su conversión y el posterior apoteosis vivido ayer al ... vencer en la final al F.C Barcelona de Svetislav Pesic. Dichosos los que creen sin haber visto.
Pero por más que se recurra a la fe y los milagros para explicar la transformación del equipo azulgrana, todo es más mundano. Sencillamente, como le pasaba al municipal de 'Farmacia de Guardia', el Baskonia está usando justo al revés la bisagra diseñada en verano para doblegar a los rivales. Y con la llegada de Ivanovic -el día de Navidad, que todo ayuda al relato- eso se corrigió. Y muchas otras cosas, claro. Vamos con algunas de las claves de este proceso.
1
No hay que ser Gregg Popovich para saber que en baloncesto gana el que más puntos consigue. Así que puedes meter más que el rival, viva Mike D'Anthony, o lograr que nadie pueda hacerte demasiados. Y ese es el primer mecanismo que activó Dusko Ivanovic. No lo escondía. Ha repetido hasta la saciedad que los porcentajes de tiro del equipo no eran buenos, «pero cuando defiendes muy bien, eso es menos importante, porque tienes nuevas oportunidades de volver a lanzar y anotar.
2
Además de tener malos porcentajes de tiro, el Baskonia no logró una circulación de balón medianamente decente durante los meses que Velimir Perasovic estuvo al frente. Y ojo, que la diferencia entre los que planteaba el croata y lo que ha implantado el montenegrino está en pequeños detalles. En pulir la arista que impedía que las piezas encajaran. Así que como tampoco había demasiado tiempo, se simplificó. Si le robas la pelota al contrario en medio campo y vas solo y sin defensores hacia la canasta rival y hasta saltas para machacar y que sea imposible el fallo... No hay duda, lo complicado es hacerlo.
3
Es mérito del entrenador, que ha trabajado mucho en el aspecto mental, y del resto de los responsables del club. De inicio, es una consecuencia de los dos primeros puntos. Defender bien es como acabar de pagar la hipoteca. Sabes que nadie puede ir a sacarte de tu casa. Correr y anotar al contraataque garantiza puntos fáciles, que dan su gustillo al cuerpo. Luego está el trabajo específico. Shengelia lo explicó justo antes de empezar la fase final. «Yo le debo mucho a Dusko, llegó cuando estaba pasando un mal momento, en una situación en la que me sentía hundido y nos sacó de ahí». Ayer, Vildoza al agradecer el MVP de la final, desvelaba otra clave. «La gente no ve el trabajo de Alfredo Salazar, pero es increíble cómo nos acompaña y nos ayuda cuando llegamos».
4
Todo lo anterior, como resulta obvio, no se puede hacer sin una extraordinaria puesta a punto. Y el Baskonia, en la fase final, estaba un punto o dos por encima del resto. Uno del Barcelona, que es tan físico o más que los azulgrana. A años luz de otros de los contendientes, que dieron por terminada la campaña con la suspensión por el estado de alarma. En Vitoria, en cambio, el confinamiento se entendió como un nuevo amanecer. Una bola extra. Tiempo para recuperar a los lesionados -que han sido legión este curso y todavía queda Garino en el dique seco- y tiempo para afinar la mente y el cuerpo de los que no acaban de entender su rol (el caso de Eric) o cómo hacer significativamente mejores a sus compañeros (Henry).
5
Nunca hay que desecharla. Lo reconoce Querejeta diciendo que «hemos tenido la suerte que nos ha faltado en otros encuentros» y es cierto que el final con el Unicaja tienen un poco de eso y que para volver a ver a valencianista Loyd marrar un triple decisivo, mal defendido además, como el que mandó al hierro en la semifinal hay que tener más apéndice que la Pantera Rosa.
Pero también es cierto que en esas situaciones de partido a una canasta, el casillero de los vitorianos queda bastante equilibrado. Con Perasovic, y esa debe ser su expiación, se mantuvo la misma filosofía de agarrarse al encuentro con uñas y dientes hasta el final. La misma resiliencia que ha encumbrado a Ivanovic se vio en algunos partidos del comienzo de temporada.
Solo que entonces se perdía casi siempre. Salvo en Tenerife. Luego empezaron a llegar las palizas y todo se desmoronó. Un equipo diseñado para defender y correr -así se explicaron todos los fichajes realizados durante el verano- atleticismo, defensa, presión a los bases rivales, negación de las líneas de pase, robo y contraataque de varios contra nadie acabó jugando un mal estático de cinco contra cinco.
Claro que el parón por el coronavirus y poder recuperar a Vildoza (seis meses lesionado) y Granger (ocho meses) ha sido decisivo. Esos meses han lastrado a los demás mientras los del paseo de Zurbano lamían sus heridas y desplegaban sus alas, pero sobre todo la diferencia es que Ivanovic ha acertado a empujar hacia el lado correcto. Hacia dentro, Romerales.
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