La cíclica intermitencia de Vildoza

Los jugadores como Vildoza son mirados con lupa. Muestran sus diabluras y se les pide que las sigan haciendo. Como los trucos de magia. Ves uno y quieres más. Son ilusionistas. Es la pieza de la rotación azulgrana llamada a liderar el salto de calidad de la plantilla. Aúna el talento y el desparpajo que ya se le atisbó en su primera temporada, pero sigue falto de consistencia. Lo dicen sus dos últimos meses y medio de competición, el periodo en el que su agente Caludio Villanueva informó el domingo que ha estado «jugando con una lesión en el pie» que le hace ser duda para enfrentarse el jueves contra al Estudiantes.

Desde que arrancó la racha de victorias en Euroliga ante el Zalgiris (29 de enero) hasta el partido de el Palau (5 de marzo), en el que Vildoza apenas participa 12 minutos (-4 de valoración) tras un golpe en la rodilla, el de Quilmes promedió 14,1 puntos, 5,2 asistencias, 2,1 robos y 20,2 de valoración. Dejando también varias actuaciones en ACB, aunque ensombrecido por Henry en la Copa del Rey. Contrastan con sus números en las seis últimas jornadas, en las que el Baskonia no pudo alcanzar el objetivo del play off. 8,8 puntos, 2,8 asistencias, 1,6 robos y 6,5 de valoración.

Es posible que los dolores en el pie se hayan ido incrementando. A pesar de ser uno de lo héroes de San Petersburgo (demasiado errático hasta la remontada) y ser el autor del triple ante el Efes que mandó el partido a la prórroga, el bajón es considerable. Haces la media, incluyendo el partido de Barcelona, y te quedan 10,5 puntos, 3,5 asistencias, 1,7 robos y 11,3 de valoración, prácticamente idénticos a su promedio total y con la sensación de no haber alcanzado la regularidad que deseaba al inicio de la temporada. Los altibajos son constantes. Los 10,3 puntos, 3,5 asistencias, 1,6 robos (segundo mejor de la competición, solo detrás de Henry) y los 10,2 de valoración son sus mejores números desde que aterrizó en Europa, pero despierta el recelo de los que esperaban una eclosión superior.

Desde su llegada en el verano de 2017, tanto desde las oficinas del Buesa Arena como Prigioni apadrinaron al argentino de 22 años. Le advirtieron que el tren del Baskonia no suele aminorar la marcha para favorecer la madurez de los jóvenes, pero Vildoza fue capaz de subir a bordo y dar el paso más complicado. Volvió a destacar en la segunda temporada, firmando su tope de asistencias (12 contra el Armani Milán y 3,8 de media en Euroliga) y en la tercera, a pesar de su larga y molesta lesión en el hombro, la acabó como MVP de la Fase Final de Valencia y anotando la canasta decisiva de la cuarta Liga del Baskonia.

Convertido ya en un veterano a sus 25 años, debe encontrar el punto medio entre su desbordante estilo creativo y su efervescencia mensual. Que las prisas no se adueñen de su talento y mentalidad a pesar de la experiencia acumulada y el desgaste de competir en un club de máxima exigencia. «Le preguntáis a él», espetó enfadado Dusko Ivanovic tras su ausencia en Murcia. Le toca responder a Vildoza y volver a recuperar la voz cantante.