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En este baloncesto modernísimo que mira de lejos el aro, ensalza las habilidades individuales y prioriza los héroes solitarios, llega un equipo que reparte 32 ... asistencias en un partido y lo convertimos en el ejemplo perfecto de generosidad, coralidad y altruismo. Si resulta que el protagonista de semejante prodigalidad es el Baskonia, algo nos chirría a todos. No es el estilo patentado esta temporada por la escuadra dirigida por Pablo Laso. Es de suponer que muy a su pesar, claro.
Se activa de inmediato la alarma ante semejante montonera de pases de canasta registrados el jueves pasado ante el Bayern. El aplauso es merecido, pero ciertas circunstancias que rodean el partido invitan a coger la lupa para convertirse en un Sherlock Holmes baloncestístico. Listos para el sesudo análisis y la rápida generación de hipótesis, resalta en primer lugar el hecho de que sea el primer partido que abordaba el plantel azulgrana sin Kamar Baldwin, teórico segundo base por detrás de un Trent Forrest que no acostumbra a firmar grandes registros en el apartado de asistencias. También era el segundo partido consecutivo en el que los azulgranas no podían contar con Chima Moneke, baja en Madrid por problemas lumbares y aquejado de anginas ante los muniqueses. Sin un timonel y huérfano de su jugador de mayor producción estadística, el Baskonia se marcó uno de los encuentros más brillantes de la temporada ante un visitante situado en zona de play off de la Euroliga. Una semana después del naufragio de Berlín.
Emerge de inmediato la teoría del equipo que quiere hacer piña ante la adversidad, la llamada a las armas de un grupo de jugadores que desea volver a sentirse fuerte ante su público después de los sinsabores de la semana anterior en la cancha del Alba y en la del líder de la ACB. Tampoco se descarta que se hubiera producido un serio toque de atención desde las altas instancias después del despropósito berlinés. El caso es que ante el Bayern Forrest alcanza su tope de asistencias del curso, los dos interiores principales –Hall y Samanic– se convierten poco menos que en una versión actualizada de la dupla Oberto-Tomasevic y el Baskonia transmite una imagen general de equipo que no especula con el bote, que busca los espacios con rapidez y precisión y que incluso corre.
No se echa de menos a Moneke, Jaramaz cumple con creces a la hora de dar el paso adelante que obliga la lesión de Baldwin y el triunfo adquiere un aroma de reconciliación azulgrana con ese baloncesto comunitario en el que se comparten méritos y esfuerzos. Se aprovechan las debilidades de un rival que gasta una alegría en ataque que va de la mano con su permisividad en el balance defensivo. El Baskonia es un equipo desbordante ante un rival que se encuentra varios escalones por encima en la tabla continental. Ya era hora.
Podría ser el triunfo ante el Bayern uno de esos partidos que busca la escuadra azulgrana en su intento de aplicar color a una temporada con pocas alegrías. Luego vendría la visita del Manresa, resuelta con menos brillantez pero en la que los vitorianos supieron rectificar a tiempo su apagón del segundo cuarto. En su retorno, Moneke se cabrea en el último cuarto y le da por defender bien a Derrick Alston Jr. Una nueva demostración de que al nigeriano a veces hay que mandarlo a paseo para que vuelta motivado. Laso maneja egos muy particulares en su primer año en Vitoria. El de su 'cuatro' principal se las trae, pero no es el único.
El Baskonia resiste, con más fe que opciones consistentes en la Euroliga, y en una Liga ACB en la que le resta mucho que recorrer para intentarse subir al tren de los play off. Entre el incesante carrusel de partidos, se deja entrever cierta voluntad de cambiar registros, especialmente en el juego de ataque. En la búsqueda de la solidaridad en el pase, el contrapunto egoísta retorna a Markus Howard, que vuelve a gastar munición sin miedo al fallo y con una mejoría sustancial en su efectividad. El suyo es otro ego complejo que debe administrar Laso. Aquel Baskonia que no hace tanto estaba en manos de Moneke ha pasado ahora a jugar al ritmo de Howard. Eso sí, con la cambiante personalidad del plantel azulgrana, cualquier permuta es posible en materia de liderazgo.
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