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El aficionado azulgrana parece que ya se ha acostumbrado a los 'cambios de humor' del Baskonia en la presente temporada. Las dos entregas de ... la semana pasada profundizan en la desconcertante personalidad de un equipo que es capaz de pasar del baloncesto más calamitoso y dejado a una versión más competitiva y reconocible en un intervalo de días. En esta ocasión, es como si alguien hubiera cambiado la hoja de ruta habitual. Si la cadencia era la de dejarlo todo en la Euroliga para después funcionar con la reserva llegado el duelo ACB del fin de semana, esta vez se alteró el orden de los factores para un producto de resultados similares. El equipo de Laso se cruzó de brazos en la cancha del Alba Berlín ante el último clasificado de la Euroliga para después mostrar su perfil más rebelde en la cancha del Real Madrid. Doble cociente con resultado de derrota. La primera, preocupante y la segunda, más digna. En ambos resultados, hay una idea común que impera, esa sensación de que a este Baskonia siempre le falta algo. Un rebote perdido a destiempo, un puñado de malas decisiones en ataque, un salvavidas que, de repente, se pincha y la necesidad de seguir remando a contracorriente en un nuevo intento de alimentar la llama de esta temporada tan poco alentadora.
En los manuales de 'coaching' se anima siempre a buscar ese giro que enderece trayectorias, ese momento de catarsis que puede hacer que un grupo de personas que trabajan por un objetivo común resintonicen. Tal vez el Baskonia necesite encontrar ese partido perfecto en el que todo cuadre: el resultado, el 'average' particular de turno, las cifras de la lucha parcial por el rebote, la reducción de pérdidas de balón acompañada de unos dígitos asumibles en los puntos encajados tras segundas oportunidades. Y esa grata confirmación de que los bases deciden con criterio, el resto de exteriores generan amenazas, los pívots se esfuerzan en intimidar bajo los tableros y que se reconoce un hilo de continuidad en el juego que el equipo puede retomar en caso de romperse.
Es un paisaje ideal un tanto utópico para este Baskonia tantas veces disperso, pero que estuvo cerca de dibujar en los recientes encuentros de Liga ACB ante el Gran Canaria y el Real Madrid. Pero siempre llega ese codazo que mueve el objetivo cuando se está a punto de obtener la instantánea perfecta, esa tecla desafinada que suena estridente y que se carga la melodía. El triunfo no fue pleno ante los canarios porque no se pudo revertir el 'average' particular y la derrota en Madrid deja un rescoldo de tren que no se coge a pesar de tenerlo al alcance. Y entremedias, Berlín como calamidad mayúscula. El Baskonia compareció en la cancha del colista de la Euroliga como aquel que se deja el paraguas en casa en pleno aguacero o se ajusta las chanclas playeras para pisar un manto de cinco centímetros de nieve.
El 'suceso' del Uber Arena desespera al aficionado azulgrana casi tanto como lo desconcierta. No se puede hacer tan mal en un choque clave para seguir dando sentido a la recta final de la fase regular continental. Es un enigma cuyas claves de resolución muchos sospechamos, club y técnico incluidos, pero que quizás aún no nos atrevemos o no queremos afrontar por aquello de seguir 'vendiendo la moto' en una campaña a la que aún le faltan, como mínimo, dos meses y medio largos para terminar.
Aún así, siempre queda esperar a ese partido que ponga punto y aparte a la decepción imperante. El problema es que ni siquiera la suerte ayuda demasiado. A uno le da por pensar que un tuerto ha asomado para centrar la mirada de su único ojo sano en este Baskonia con andares de perro flaco. En Berlín, Samanic se pierde el partido por un proceso vírico. En Madrid, a Moneke le duele la zona lumbar y también se cae de la lista justo cuando saludábamos la rápida recuperación del croata.
Luego, llega el gran proyectil dirigido al timón azulgrana. Kamar Baldwin se rompe un dedo de la mano derecha para poner al equipo azulgrana en la tesitura de hacerse con los servicios de un exorcista. El Baskonia no da plazos de recuperación, pero es más que posible que un mes largo fuera de circulación no se lo quite nadie al georgiano. Una posición como la de base, tan bajo sospecha en el equipo azulgrana, pierde ahora un jugador. No hace tanto, el percance llevaría a la entidad de Zurbano de cabeza al mercado en busca de un sustituto. ¿Habrán llegado tiempos de contención a Baskonia Land?
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