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Noviembre se acaba de cobrar a su víctima recurrente en el banquillo baskonista, la sexta que cae este mes en la historia del club. La última decisión de Josean Querejeta era previsible después del bochornoso espectáculo ofrecido el jueves por el equipo en Podgorica, aunque ... no puede decirse que fuera Pedro Martínez quien exhibiera esa noche -y alguna más- la irritante dejación de funciones sobre la cancha que permitió al entonces colista de la Euroliga zarandear como a un monigote a un grupo comatoso. Lo denunció el propio sacrificado al lamentar que «te metan cien puntos y no llegues al bonus de faltas». ¿Colchón preventivo de quien veía venir la patada en el culo? Posiblemente, pero cargado de razón.
La cuestión clave ahora es trascendental e implica a varios nombres propios a los que -paradojas- parece haber sentado bastante mal la desacostumbrada continuidad que el club ha concedido al plantel en este todavía ilusionante ejercicio. Nadie sabe dónde está el poderío y vigor exhibidos la temporada pasada por Poirier y Voigtmann, en qué lugar pace la fresca chispa de Vildoza o qué pócima enemiga ha oxidado la muñeca de Janning. Por desconocer desconocemos también quién es el jugador resolutivo -tirador certero, interior percutor o base jugón- de esta plantilla desvanecida; ese hombre que aparece en los momentos calientes en todo equipo con aspiraciones elevadas, incluso en la mayor parte de las escuadras de segunda clase.
Huérfanos de Beaubois, esa figura no está representada por nadie a día hoy. Ni siquiera por quienes en pura teoría deberían asumir el papel, Shields y Hilliard, y tampoco por Shengelia, seamos claros. El capitán, séptimo maximo anotar en la Euroliga y noveno en la ACB, hace buenos números ofensivos, pero carga con el lastre de encajar con frecuencia de sus pares tantas canastas como él anota. O más. No quiere esto decir que todos esos objetos perdidos y el liderazgo descarriado no aparezcan y broten lozanos con la tercera asunción del cargo técnico por parte de Velimir Perasovic. Para eso se le ficha, de hecho; para dar con la tecla, despertar a los somnolientos y enderezar el desviado camino. También se le agradecería que arrojara alguna luz sobre el misterio Penava. Ahora bien, como Peras no cuenta hoy con especialistas en deshacer nudos como Adams, James o Bourousis, con los que él y el Baskonia alcanzaron la Final Four hace dos años, asumamos que el del entrenador es el primero de otros movimientos que vendrán.
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