Baskonia

El Buesa Arena aclama a Pablo Laso en su estreno en el banquillo local

Mejoró el Baskonia y aumentó la intranquilidad y la agitación propia de Pablo Laso. Mantuvo la calma y controló las emociones hasta el final del tercer cuarto, cuando la tensión propia de un partido igualado le hizo sacar todo el carácter que ya destilaba en su etapa de jugador. Presión a los árbitros, carreras en la banda para efectuar cambios, instrucciones a diestro y siniestro y el puño cerrado al aire para celebrar la victoria. Un estreno para recordar como si estuviera guionizado.

Hace algo más de dos años, antes de su despido del Real Madrid, el Buesa Arena se volcó para enviar ánimos al legendario jugador azulgrana tras su infarto en plenas semifinales de ACB. Llevaba 27 años fuera de Vitoria y once frustrando algunos sueños azulgranas desde la 'casa blanca'. Lo que ha sucedido entre el vitoriano y la entidad en estas casi tres décadas resulta casi inabarcable, pero el baskonismo le recibió anoche como al gran deseado después de un fichaje inesperado que ha regenerado las ilusiones de la afición.

«Uno de los nuestros», expresó el speaker en la presentación del MVP de la Copa de 1995 y ahora entrenador azulgrana. El público le transmitió las esperanzas que ha generado su vuelta en su primera entrada a la pista de Zurbano como técnico del conjunto local.

Un cuarto de hora antes del inicio del choque, al primer paso que puso fuera de la bocana de vestuarios, los aplausos comenzaron a retumbar. Con la cabeza agachada en su camino hacia el banquillo, quién sabe si ruborizado por un momento que afirmó que guardaría para siempre, enseguida levantó los brazos y devolvió las palmas, de intensidad constante hasta que el preparador se sentó bien acompañado de su cuerpo técnico.

Poco después hizo acto de presencia en la cancha Zeljko Obradovic, vitoreado por el centenar de seguidores del Partizan presentes en el Buesa Arena. La mitad en el tercer anillo, ubicación habitual de las aficiones visitantes donde el año pasado se produjo una agresión sexual, y la otra restante detrás del banquillo serbio. Laso se acercó a saludar a uno de los entrenadores que más ha influenciado su carrera.Solo una breve carantoña después de haber compartido confidencias ya por la mañana.

Las miradas se volvieron a dirigir hacia el preparador alavés tras la presentación de los jugadores. El Buesa Arena, animado ante una solemne ceremonia inaugural, volvió a aclamar al técnico, mucho más intenso en sus indicaciones en facetas defensivas que en labores de ataque. Mantuvo la calma durante el primer parcial de 0-8 del Partizan, que llevó el mando durante más de tres cuartos, y adaptó a su equipo a la dureza del partido. Se fue al descanso cabizbajo, con ese 'tic' tan suyo de llevarse la mano a la boca y juguetear con el pelo de su barba mientras pensaba cómo darle la vuelta al resultado. Nada que ver con cómo salió de la pista. Devolviendo el aplauso del público, apretando el puño y saliendo a prisa. Logró un Forrest más agresivo en la segunda mitad, un Moneke hiperactivo y un rendimiento notable de la inversión más cara de la plantilla, los 700.000 pagados por el fichaje de Khalifa Diop.