Puede que me traicione esta faceta de entrenador que llevo agarrada a mi vida, pero no es menos cierto que prefiero sentir cada uno de estos momentos en los que ves el baloncesto desde otra óptica. En los que nos preguntamos más sobre los porqués ... y sus cómos que sobre los qués. Abrazamos con fuerza nuestra faceta de aficionados con la inocente y fervorosa mirada, pero nos encontramos mejor a resguardo. Cuando te colocas mentalmente en esa parte del campo donde se ve el juego de pie y donde intentas ir más allá de lo que sucede en el presente, indagando en el antes e imaginando lo que sucederá después.
Aunque la diferencia entre la NBA y el resto de competiciones internacionales se acrecienta, y más aún con la capacidad de atracción de la NBA en reclutar jugadores a nada que brillen un poco más que el resto, un rasgo que está definiendo especialmente a la Euroliga para mí es que se está convirtiendo con el paso de los años en una Liga de Entrenadores.
Consagrados, célebres, experimentados, valientes y con una capacidad de atracción en sí mismos, son capaces de arrastrar hacia ellos esas pocas cantidades de talento que quieren labrarse un camino en el basket de élite mundial. Fíjense si no en sus nombres: Pablo Laso, Zeljko Obradovic, Simone Piaginiani, Dimitris Itoudis, Stevislac Pesic, Georgios Bartzokas, Ergin Ataman, Neven Spahija, Xavi Pascual, Sarunas Jasikevicius, nuestro Pedro Martínez, y el reciente David Blatt. Nuestro tránsito por la vida es una colección de arrugas provocadas por los momentos alegres (recuerden, la arruga es bella) y por unas cuantas cicatrices, emocionales eso sí, de momentos que nos han marcado para siempre. En el zurrón de la vida de David Blatt conviven jugadores como Kirilenko, Bargnani, Rice, Holden, Eliyahu, Joe Ingles, Papaloukas, Wilbekin o Kyrie Irving, Kevin Love y el mismísimo Lebron James. David Blatt es uno de esos entrenadores donde su palmarés es espectacular, pero lo es aún más poder presenciar en vivo a un equipo dirigido por él, toda una bendición para quienes amamos este deporte. Y si además este equipo es el Olympiakos podemos ir pidiendo unas palomitas para disfrutar del envite.
En un mundo donde buscamos iconos como perlas en bruto para proyectar nuestra atención, los equipos de Blatt son precisamente eso: equipos. Es cierto que los 'nombres' nos impactan con fuerza, únicamente antes de cada partido, y es la realidad del juego, la realidad del planteamiento e identidad de cada equipo la que nos permite comprobar su grado de competitividad y su capacidad de convertirse en una seria amenaza para el rival, sea cual sea. Construir un equipo no es tarea fácil, como bien sabemos por aquí. A la identidad de cada proyecto hay que unirle las piezas necesarias para que puedan al mismo tiempo mantener su pasado y, sobre todo, seguir creciendo en cada partido hasta el objetivo final: la victoria. El reto es cómo llegar hasta ahí. Los equipos de David Blatt siempre se han caracterizado por convertirse en un bloque sólido, tanto en defensa como en ataque. Quizá como respuesta ante sus propias estrellas -sus jugadores- muestra que la única manera de que brillen individualmente es trabajando como un auténtico bloque. Agresivos defensivamente, con mucha actividad y excelentes conceptos defensivos; fuertes en elrebote e inteligentes en ataque, en espacios y circulación del balón, aprovechandoespecialmente las virtudes de cada jugador, que ha de estar en el lugar adecuado en elmomento preciso. Así consiguió un Maccabi triunfal, una selección rusa reconstruida y ganadora, un Cleveland más competitivo y un Darusafaka novel en un proyecto ganador.
Spanoulis tiene ahora como cómplice de su carácter victorioso a un entrenador que sabe interpretar lo que el equipo necesitará y además rodeado de una plantilla que probablemente sea la que mejor se ha reforzado en esta edición 2018-19 de la Euroliga. El reto de Blatt será pues lograr que esa plantilla se convierta en un equipo sólido, aspirante avisitar Vitoria-Gasteiz en Mayo de 2019, pero vista su trayectoria como entrenador tiene los mimbres suficientes para lograrlo. A partir de mañana jueves, claro. Que delante está nuestro Baskonia, que también sabe lo que hace.
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