Bilbao Basket 82-80 Baskonia
Vaya semanita con el cruel broche del derbiBilbao Basket 82-80 Baskonia
Vaya semanita con el cruel broche del derbiVaya semanita permanecerá en el recuerdo de generaciones vascas como aquel programa valiente y humorístico que emitió durante años ETB. Pero traducido a la actualidad del Baskonia, el título pierde gracia y asume cierto tono de tragedia deportiva. Hay días en que no sabe uno ... para qué se levanta de la cama y períodos de siete en los que el calendario habría de taparse los oídos con el fin de no escuchar improperios. Al menos de la boca azulgrana, que remata en Bilbao una gira absolutamente obtusa. Tras encadenar dos derrotas en Belgrado y Kaunas que le complican la existencia europea, el dardo letal de Kullamae desde nueve metros y a falta de un segundo ante Costello le nubla de modo severo la visión doméstica.
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Surne Bilbao Basket
Renfroe (12), Hornsby (13), Reyes (8), De Ridder y Killeya-Jones (22) -cinco inicial-; Kullamae (13), Adam Smith (8), Rabaseda, Andersson, Hlinason (6) y Rigo.
82
-
80
Baskonia
Miller-McIntyre (21), Marinkovic (2), Diez (6), Moneke (13) y Kotsar (14) -cinco inicial-; Chiozza (10), Theodore, Rogkavopoulos (3), Sedekerskis (4) y Costello (7).
Parciales. 28-22, 15-19, 16-22 y 23-17.
Árbitros. Emilio Pérez Pizarro, Arnau Padrós y David Sánchez. Sin eliminados.
Incidencias. Jornada 26 de la Liga Endesa. El partido se disputó en el Bilbao Arena de Miribilla con la asistencia de 9.586 espectadores.
McIntyre, héroe recurrente este temporada que ayer remontó su bache relativo, se empeñó en levantar un dique a la fatalidad con dos canastas sucesivas de enorme mérito durante el tramo final que adelantaron al cuadro alavés en el derbi: 77-78 con 45 segundos hasta la bocina definitiva. Pero en la acción siguiente, envuelta por las emociones de una caldera ambiental, el ayer determinante pívot Killeya-Jones atrapa el rebote ofensivo que el Baskonia debía de guardar como el tesoro más preciado y el incierto tirador de libres mete los dos.
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Iñigo Miñón
Acto seguido, el lobo azulgrana queda encajonado por el 'dos contra uno' junto a la línea de banda y se cobra la personal de Rabaseda que factura -no sin suspense- desde la raya de 4,60 metros. Y cuando ya suspiraba de alivio la hinchada alavesa por el feliz desenlace en el filo a una semana inconveniente, el triple con el mando a distancia de Kullamae abrocha una gira que deja al Baskonia mirando los golpes en su carrocería. Confiando en que el granizo de esta semana no le alcance al motor.
Habrá que admitir ciertas premisas antes de firmar el parte de daños. Como la sólida trayectoria del Bilbao Basket en casa, la pérdida de tensión azulgrana como visitante y la baja capitular de Howard. Pero aún así, el problema cabe localizarlo en el peligro de ver la pancarta de meta con el tubular de la bici propia tan pegado al neumático del adversario. De hecho, el triple frontal de Costello al poco de empezar el último cuarto (59-66) incitaba a creer que la densidad de la lógica mandaría el triunfo por la autovía 65 kiómetros al sur.
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Pero no ocurrió así en un duelo a tirones, de parciales favorables y adversos consecutivos. Volvió a demostrarse que la sombra de Markus es bastante más alargada que su reducida estatura. En la fecha adecuada para otros exteriores, con el ayer intrascendente Marinkovic a la cabeza, sucedió que McIntyre halló en el muy notable Chiozza a su mejor aliado. Noticia tan real como significativa.
De nuevo, y van demasiadas entregas esta campaña, el grupo del mariscal cede ventajas a sus oponentes que luego ha de paliar mediante esfuerzos suplementrios. Y no va este Baskonia sobrado -las clasificaciones así lo atestiguan- como para reconducir situaciones prematuramente enviadas al arcén. Sobre todo por las condescencias defensivas -balance mejorable y otro tanto sobre la comunicación interpersonal- que procuraron veintiocho puntos al bloque de Jaume Ponsarnau en el primer acto.
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Al margen de la solidez de los dos bases mencionados, el cuaro de Betoño vivió toda la tarde de chispazos sucesivos. De Kotsar primero según su fértil sociedad junto a McIntyre. Y de Moneke, también antes del descanso, por su don para el rebote ofensivo llegando desde la segunda linea. Pero ni siquiera con el muy necesario endurecimiento defensivo bastó para eludir tanto equilibrio. El que resolvió para colmo de males azulgranas la flecha lanzada por el arquero Kullamae cuando ya se intuía la propina.
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