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El Baskonia tiene su personalidad perfectamente definida a estas alturas de temporada. Asi lo retratan los momentos claves del último encuentro ante el Gran Canaria, con Markus Howard como protagonista. Al cierre del tiempo reglamentario con 91-91 en el marcador, el escolta estadounidense es ... el hombre elegido para jugarse el último tiro. Lo sabían sus compañeros, la grada del Buesa Arena en pleno y, por supuesto, la defensa canaria. Que no se dé bloqueo o corte alguno para generar un espacio a Howard se desconoce si entraba dentro del guion ofensivo azulgrana. Su intento triple era la enésima invitación al 'todo o nada' al que nos tiene acostumbrados este Baskonia juguetón. Otra opción para encumbrar al menudo exterior baskonista, con el arsenal de nuevo cargado en este cierre de curso y la sensación de que la confianza está de nuevo de su lado. Todo emoción y visceralidad para acallar a aquellas mentes conservadoras que igual se decantaban por explorar otras opciones que pasaran por acercarse más al aro en busca de una canasta doble.
El caso es que el órdago triple de Howard salió rana y el partido se fue a una prórroga en la que Markus sería de nuevo protagonista. Sin asomo de flaqueza y, esta vez sí, con un bloqueo de Kotsar, el anotador baskonista dio en la diana. Otra muesca personal gracias a la insistencia, la ayuda de un compañero que recuerda que aquí jugamos todos y la constatación de uno de los grandes logros de Joan Peñarroya: su Baskonia es un equipo sin mala conciencia. No pesa en el ánimo de sus jugadores el lanzamiento errado con anterioridad. La puerta siempre está abierta a un nuevo tiro Tampoco hay castigo por el error ofensivo. Vamos, que el jugador azulgrana no se pasa el tiempo mirando al banquillo pendiente de la reacción de su entrenador cada vez que no encesta el balón.
El devastador poderío ofensivo baskonista queda plenamente confirmado con un estilo vistoso que encandila a la grada. No vamos a hinchar más el orgullo del equipo señalando lo obvio; que da gusto ver jugar a los chicos. Sin embargo, da que pensar la manera en la que Peñarroya carga las tintas en los últimos tiempos sobre la necesidad de una mejora defensiva. Tras el choque ante el Gran Canaria, destacó el técnico que la intensidad vistió de amarillo durante buena parte del encuentro. El comentario no deja en el mejor lugar a sus pupilos, antes tampoco sonó su afirmación a uno de esos palos verbales estridentes que se marcaban algunos de sus predecesores.
Más allá del volumen de la crítica, este Baskonia que tanto divierte también arrastra el consiguiente 'debe' defensivo a lo largo de la temporada. No es cuestión de ponerse pesados apelando al viejo axioma de que la defensa gana campeonatos. La frase es puro tópico, un tanto trasnochado en un deporte en el que, más que nunca, se juega a meter una canasta más. Sin embargo, tampoco pasa nada por pedir un esfuerzo mayor en tareas como el cierre del rebote, la responsabilidad a la hora de remangarse en el 'uno contra uno' o una mayor atención en el balance defensivo. Suena casi decimonónico, pero si el Baskonia aspira a pelear por el título liguero -no se conoce si hay consigna en contra al respecto-, mejor recuperar alguna enseñanza de los clásicos. Sin aburrir, claro.
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