El baskonista Heidegger, heredero de una familia millonaria de la cosmética

El matrimonio formado por el esquiador nacido en Austria y la que era la tercera generación de la familia empresarial, de origen israelí pero residente en Beverly Hills desde los once años, convirtió la marca en toda una referencia del sector. Con la retirada de Klaus en 1986, la pareja se mudó a Nueva York, donde la mujer ya tenía contactos de sus estudios en Harvard, y abrieron una tienda en pleno Manhattan. Las ventas aumentaron a gran ritmo y fueron de los primeros en operar a través de Internet. Contrarios a separar el placer y los negocios, construyeron varias fábricas en el país, se establecieron en Los Ángeles y tuvieron tres hijos.

Los padres afrontaron la conciliación familiar y laboral hasta el 2.000, cuando Max apenas tenía tres años. Klaus y Jami decidieron vender su empresa a L'Oréal por un valor que se estimó entre 100 y 150 millones de dólares. Una cifra más que de sobra para criar de forma holgada a sus descendientes y jubilarse, opción que el matrimonio no contempló. La madre del base azulgrana, que padece una aguda sensibilidad a la luz que la obliga a ir con gafas de sol buena parte del día, prosiguió trabajando en el mundo de los productos de belleza.

El irremediable paso del tiempo y la llegada de la piel seca la empujó a diseñar sus propias cremas y sueros faciales junto al químico de Kiehl's. De inicio, optó por no comercializarlas, pero su resplandeciente tez se convirtió en la envidia de Hollywood y decidió lanzar la compañía de cuidados Retrouvé en Francia (2014) y Estados Unidos (2015). Su marido fue el principal impulsor y aprovechó su amistad con celebridades como Arnold Schwarzenegger y Caitlyn Jenner para expandirse con celeridad y operar ya en diez países. Además, Klaus Heidegger es el cofundador de la exitosa marca de calzados Masai Group International, por lo que los ingresos familiares no han dejado de crecer.

En un entorno pudiente y repleto de visión empresarial creció Max Heidegger, estudiante de Economía. Se formó en la Universidad de Santa Bárbara entre 2016 y 2020, cuando varias lesiones en el tobillo y el pie frenaron su rendimiento. No cuajó en el Maccabi, pero tras varias incursiones por equipos modestos en los que mostró su alta capacidad anotadora, se siente «preparado» para el gran salto que supone aterrizar en la Euroliga y la ACB. En su presentación, desveló que su fichaje por el Baskonia se labró con rapidez. «Nos pusimos en contacto la semana pasada y después de unos días se cerró».

Con contrato hasta 2024, Max Heidegger espera adaptarse rápido al mundo nuevo que se le abre con su fichaje por el Baskonia. «Trataré de encajar», aspira, y promete «dar el máximo». «Tengo que aprender cómo juegan los compañeros y los sistemas del entrenador. Necesito algo de tiempo». El base con triple nacionalidad (estadounidense, austriaca e israelí, la que prevalece al jugar con la selección) se considera un jugador similar a Darius Thompson.

«Somos jugadores muy parecidos. Tanto con balón como sin balón, puedo anotar, puedo asistir... pero ahora tenemos que aprender a jugar». Por último, se mostró sorprendido por el ambiente del grupo. «El vestuario es una maravilla. Lo bien que se llevan entre ellos, el buen feeling, y también me fascina la velocidad y la agresividad que me pide el entrenador», sentenció. El Baskonia ha pagado alrededor de 120.000 euros al Merkezefendi turco por su salida. Calderilla al lado de la cuenta bancaria de los Heidegger.