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La Euroliga queda congelada en vísperas de la disputa de la jornada 29 y la Eurocup hace lo propio antes de la celebración de los play off de cuartos. El órgano que lleva las riendas de las dos principales competiciones continentales, dirigido por Jordi ... Bertomeu y por los clubes más poderosos del continente, optó este jueves por la suspensión temporal de ambos torneos.
La crisis del coronavirus sitúa al baloncesto europeo en el pulso cero. La Euroliga se vio forzada a tomar semejante medida al quedarse sin escapatoria posible después de jornadas de equilibrios para preservar la disputa de partidos. Del recurso de la ausencia de público al cierre del candado «hasta nueva orden». Se echa la persiana de manera indefinida después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevara el nivel de expansión del neovirus a la categoría de pandemia. Solo un día después de mandar al Armani Milán a la diáspora para continuar jugando fuera de las fronteras lombardas, la Euroliga reconocía la imposibilidad de mantener una regularidad mínima en su calendario «ante los crecientes riesgos para todos los que participan en los partidos y las crecientes restriciones de movimiento en toda Europa».
La suspensión, sin límite de fecha, era una cuestión de «salud y seguridad» para la Euroliga. Comunicada poco antes del mediodía de este jueves tras una ronda rápida de consulta con los clubes, sonó a frenazo estridente pero irremediable. Previa a la cancelación, el sindicato de jugadores de la Euroliga ya había hecho ver a los clubes participantes «que no pueden pedir a los jugadores y a sus familias que se arriesguen a tomar parte en viajes y partidos en los que hay una posibilidad creciente de contraer el COVID-19».
La desconexión competitiva pilló al Baskonia en Tel Aviv. El equipo de Ivanovic tenía prevista la habitual sesión de tiro mañanera en el pabellón de La Mano de Elías, donde horas más tarde estaba programado el partido contra el Maccabi. La rutina saltó por los aires cuando llegó la noticia al Port&Blue Hotel, lugar de concentración de la expedición azulgrana, situado cerca del paseo marítimo de la urbe hebrea. En cualquier caso, se trataba de una decisión esperada en el grupo de jugadores baskonistas, donde Tornike Shengelia ejerce de capitán, pero también tiene un cargo de peso en el sindicato de jugadores de la Euroliga.
En cualquier caso, la suspensión dejó al Baskonia en un limbo, sin objetivo alguno más que salir cuanto antes en dirección a casa. Un día antes, el equipo vitoriano se había convertido en una excepción incómoda para la opinión pública israelí después de que el Maccabi moviera hilos para permitirle la entrada en un país que había decretado medidas restrictivas al tráfico de personas con el objetivo de blindarse contra la propagación del coronavirus. Todo por preservar la ventaja de campo, sin importar otras cuestiones prioritarias como la salud pública ante la llegada de un equipo procedente de una país marcado en rojo por el gobierno de Netanyahu como zona de alto riesgo. El duelo que en un principio iba a disputarse ante 5.000 espectadores, que luego redujo su aforo mínimo a 2.000 almas para más tarde ver colgado el cartel de 'a puerta cerrada', terminó suspendido por una decisión ajena al Maccabi o al ministerio de Salud israelí.
Vista la sucesión de acontecimientos, poco o nada le quedaba por hacer al Baskonia en Tel Aviv aparte de orquestar un plan de fuga lo más rápido y eficaz posible. Tratado en su entrada como material sensible, y peligroso a ojos de algunos, el equipo azulgrana se despidió de la ciudad hebrea sin ver pañuelos blancos en señal de sentida despedida. Cada miembro de la expedición permaneció en sus habitaciones a la espera de recibir el anuncio de la hora de partida. Al final, la plantilla y el cuerpo técnico se congregaron alrededor de las 12.30 horas en la puerta del hotel para subirse al autobús que les transportó al aeroupuerto de Ben Gurion.
A pesar de las circunstancias adversas, ser huesped del Maccabi siempre tiene sus ventajas. Una de ellas es la celeridad con la que se pueden llegar a superar las férreas medidas de seguridad y los numerosos controles que complican el tránsito de cualquier otro mortal en el principal aeródromo de Israel. Los baskonistas no tardaron en ocupar su asiento en el vuelo chárter que les llevaría a casa por vía directa. Cuatro horas y media después, hacia las 19.40 horas, aterrizaban en Foronda para finalizar un viaje en balde. Puede que el último en cierto tiempo.
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