El Baskonia visita a un Panathinaikos más ambicioso con el retorno de Rick Pitino

Hay un solo triunfo de diferencia entre vitorianos (5) y helenos (6). Suena a duelo entre rivales directos. En realidad, es un choque entre dos equipos que tratan de mantenerse en la estela de los más ricos. El Kirolbet pone a prueba su mejoría a domicilio. No gana en la Euroliga como forastero desde la primera jornada, con aquel 58-70 en Kaunas.

La experiencia enseña que no hay paseo plácido cuando se cruza el umbral del OAKA. Las hechuras del Panathinaikos auguran un enfrentamiento intrincado para los vitorianos. Además, hay un factor que, a buen seguro, enardecerá aún más a las huestes del trébol. Se llama Rick Pitino. El técnico neoyorkino, mito y villano del baloncesto universitario estadounidense, vuelve a coger las riendas del Panathinaikos. Recupera el mismo timón que dejó la al cierre de la pasada temporada. Su tierra natal le sigue negando un puesto como entrenador tras su escandalosa salida de la universidad de Louisville, donde se le vinculó a un turbio serial de irregularidades en el reclutamiento de jugadores.

Pitino ha vuelto a mirar a Grecia como quien busca un antiguo refugio. Su necesidad se ha cruzado con la ambición del patrón del Panathinaikos, Dimitris Giannakopoulos; el hombre que pone y quita entrenadores a golpe de impulsos iracundos. El heredero del clan que levantó el coloso ateniense no pudo retener a Pitino el pasado verano, pero ha sabido esperar. Despidió a Argyios Pedoulakis tras caer en el OAKA ante el Alba Berlín en un partido resuelto en dos prórrogas (105-106).

Fue la excusa para apartar a un técnico que nunca convenció y recuperar la relación con Pitino, que vuelve a Atenas para ser también seleccionador griego, como el dirigente que acapara el mando directo de un gran banco y de su sucursal principal. Con su traje cortado a la perfección y una sonrisa sin apenas arrugas, el preparador de 67 años aterrizó anteayer en el la capital griega y habló del respeto mutuo que impera en su relación con Dimitris Giannakopoulos, que le ha elegido para alcanzar una Final Four que no pisa desde mayo de 2012. Como si ambos fueran parte de un largometraje firmado por Martin Scorsese o Francis Ford Coppola.