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El Baskonia se empezó a complicar con los triples fallados y los rebotes ofensivos concedidos a la Virtus y terminó de caer en su propia trampa con sus paupérrimos tiros libres del momento más caliente del partido. De dos constantes que no consiguió corregir ... con continuidad durante todo el encuentro a una reiteración de errores impropios en el lanzamiento más liberado del baloncesto. El suspenso del plantel de Pablo Laso en esas tres facetas le privó de sumar un triunfo que tuvo en su mano y que acabó dejando pasar de forma surrealista fruto de sus propios deméritos.
Los números explican buena parte del tropiezo del Baskonia ante el colista en un partido que hasta los menos optimistas veían amarrado pocos segundos antes de su dramática conclusión. Porque es complicado sacar la cabeza, sobre todo para un equipo con un abanico de virtudes modesto como el vitoriano, con un 9 de 33 en el lanzamiento triple. Apenas un 27% de acierto. No mucho más -un 36%- encestó desde fuera la Virtus, aunque tiró casi la mitad, 19 triples. El Baskonia se empecinó en una baza que muchas veces le ha permitido sacar el partido adelante, pero que no pocas también le ha condenado.
Contra Dusko fue uno de esos últimos días. Solo un solvente Rogkavopoulos se fue del Buesa Arena con una carta de acierto en triples presentable. 4 de 7 metió el griego. Es decir, casi la mitad de los que anotó todo su equipo. El resto de lanzadores toparon una y otra vez con el hierro o el tablero. Pero especialmente notorio fue el caso de Howard. Solo anotó dos de los catorce que lanzó.
Entre error y error, el Baskonia no consiguió frenar una vía de agua que poco a poco le fue minando. El rebote ofensivo dio a la Virtus demasiadas segundas oportunidades que no terminó de aprovechar, pero que también le concedió puntos fáciles. Aunque el Baskonia, sobre todo en el tramo final, sí que logró equilibrar un poco esa faceta de la mano de un Khalifa Diop que también figura en el pequeño grupo de los reforzados por su actuación de este jueves.
Entre triples y rebotes llegaron los tiros libres. Algo tan fácil de explicar como difícil de entender. Que Moneke, Hall -ambos por partida doble- Rogkavopoulos o el propio Howard fallasen seis de los diez últimos tiros libres -solo Baldwin metió los dos suyos- en los últimos tres minutos ilustra los problemas azulgranas con la anotación y sus deficiencias a la hora de cerrar los partidos.
Aunque no todo parte de los números. Solo desde esa falta de nervio se entiende que el Baskonia dejara expedita la autopista a Clyburn en la jugada final, coronada también por una incomprensible falta de Moneke que terminó de ajusticiar al plantel vitoriano. El peor epílogo para una noche gris.
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