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El calendario ha impuesto al Baskonia la obligación de competir lejos del Buesa Arena en la recta final del año. El carácter se moldea fuera de casa, aunque los azulgranas pisan esta noche tierra de nadie en un desplazamiento de lo más extraño. Ejercen de ... visitantes del Maccabi, que pena su exilio en Belgrado debido a la guerra desatada en Gaza desde primeros de octubre. Un escenario habitualmente bullicioso como la sala Pionir cierra sus puertas hoy a cal y canto para convertir el espectáculo deportivo en un simple trámite. Sin el ardor de las gradas ni la supuesta ventaja del 'factor cancha'.
La capital serbia acoge los choques como local del conjunto macabeo mientras continúe el conflicto bélico que enfrenta al ejército israelí con Hamás. Como sucedió en pandemia, lo excepcional adquiere el rango de nueva normalidad, aunque en este caso se deba a la irrupción del sonido de las armas y de los bombardeos. La invasión rusa de Ucrania deparó la expulsión temporal del CSKA, Zenit San Petersburgo y Unics Kazán de la Euroliga. El conflicto que ahora asola Gaza no supone suspensión alguna, aunque sí un cambio de ubicación que descoloca por completo al Maccabi, club con peso dentro dentro del grupo de propietarios de la Euroliga.
8-6 es el balance
que comparten Baskonia y Maccabi en la Euroliga. Hoy habrá desempate.
Lejos de la mítica 'Mano de Elías' de Tel Aviv, el plantel macabeo es acogido en Belgrado, donde pelea contra el desarraigo. Eso sí, mejor que el Baskonia extreme las precauciones, porque esta noche tampoco tendrá una velada tranquila en el Pionir. El equipo que dirige Oded Katash dispone de arsenal suficiente como para amargar la vida a cualquier oponente. De hecho, la cancha belgradense acoge un duelo entre dos equipos que muestran idéntico balance; 8 victorias y 7 derrotas.
El encuentro deparará el desempate en la clasificación entre dos oponentes con señas similares de juego. La velocidad de ejecución y la alta intensidad empujan el baloncesto de ambos equipos. Si se trata de medir el depósito de fuerzas, cualquier duelo de Euroliga es bueno para examinar a un Baskonia revitalizado en los resultados desde la llegada de Dusko Ivanovic a costa de un esfuerzo titánico para ganar encuentros en el filo.
Las dos últimas derrotas ante el Virtus Bolonia y el Barcelona también han puesto el foco en la vulnerabilidad de un plantel vitoriano que en materia de rendimiento individual avanza a varias velocidades. Los extremos parecen claros: la dependencia anotadora respecto a Chima Moneke y Markus Howard, el monólogo en la dirección de Codi Miller-McIntyre o el doble cero a la izquierda de Chris Chiozza y Nico Mannion. Entre medias, la necesidad de la mejor versión posible de Vanja Marinkovic, los capotes que pueda echar Dani Díez, la progresión de Nikos Rogkavopoulos, la espera por un Tadas Sedekerkis con mayor voltaje que en las últimas citas o el encaje interior de Maik Kotsar y Khalifa Diop.
Entre cuidados médicos continúa Matt Costello, cuya firmeza y regularidad se echan en falta en este tramo de temporada repleto de dificultades para el Baskonia. La necesidad de retoques en la plantilla, con el puesto de base como principal preocupación, salta a la vista. Otra cuestión son los tiempos que maneje el club mientras la competición inyecta una presión constante. De momento, Mannion y Chris Chiozza siguen en el equipo azulgrana en Belgrado hasta que el mercado y la resolución de contratos o cláusulas digan lo contrario.
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