El colmillo azulgrana satisface el regreso de la afición

Fue el montenegrino el que arrancó la primera ovación de una afición que pudo extraer dos conclusiones: que Baldwin se recorre el campo con el balón en menos de lo que canta un gallo –sorteó en varias ocasiones a los jugadores del Sibiu como si fueran estatuas– y que Sedekerskis ha heredado de Polonara la acción de coger el rebote y machacarla para abajo. Además del puesto, claro. Aunque fue Giedraitis el jugador que los fieles azulgranas tenían más ganas de ver de cerca. Y el lituano (15 puntos) correspondió en una plácida victoria, con seis azulgranas en dobles dígitos de anotación.

De la apatía y desconexión mostrada el domingo en la Euskal Kopa, los azulgranas mutaron a una versión más habitual. Concentrados en defensa, dominadores del rebote (41- 26) y raudos al ataque. Pese a que Dusko Ivanovic dijo en una entrevista en este periódico que el estilo aún no estaba definido, que nadie dude de que su idea es correr. Si no, que le pregunten a Kurucs. El letón se llevó una sonora regañina en el minuto 5 por no meter el balón en la pintura y frenar un contraataque.

Pocas conclusiones más se pueden sacar de un encuentro ante un Sibiu que convive en el mundo baloncestístico a varios peldaños de distancia de los equipos que juegan en la Euroliga. Con una buena mano para el triple, un correcto Tanner Mcgrew (15 puntos y 7 rebotes) pero una inferioridad manifiesta en el cuerpo a cuerpo. La diferencia de valoración, 140-31, refleja lo ofrecido por cada equipo. Los anfitriones arrollaron a dentelladas al conjunto dirigido por Dan Fleseriu con una solvente actuación coral y Enoch como líder en la anotación con 16 puntos.

Un parcial de 31-12 en el segundo cuarto decantó el duelo con comodidad a favor del Baskonia. Le tocó entonarse después de un primer capítulo con alguna concesión defensiva que aprovechó el Sibiu para castigar desde el triple y ponerse por delante en el marcador (4-8, minuto 3). Fue un mero espejismo. Los locales corrigieron el arranque con un Nnoko estelar bajo los aros, afianzando su buen entendimiento con Granger, y un Baldwin que explotó toda su superioridad a campo abierto. El base charrúa y Fontecchio se sumaron a la fiesta en el desnivelado segundo parcial y levantaron a la grada al filo del descanso con un espectacular 'alley oop'. La conexión entre los dos exjugadores del Alba Berlín estableció una ventaja de 23 puntos (53-30) que dejó el Trofeo Diputación sentenciado.

Antes de que Granger, flamante capitán de la nave vitoriana, recibiera el título en manos del Diputado General de Álava, Ramiro González, el Baskonia se gustó y se mostró con los colmillos afilados. Marinkovic, con sus primeros minutos destacados como azulgrana, y Giedraitis, de los que más ganas tenía de ver la grada de cerca, desplegaron su fuego triplista en el tercer cuarto con un parcial de 16-5 de salida. El conjunto del sur de Transilvania, con numerosos problemas para anotar ante una ajustada defensa alavesa, entregaba la cuchara y Enoch demostraba su versión incandescente en ataque.

Cuando la ventaja superó los 50 puntos (93-42, minuto 33) pese a errar 25 lanzamientos triple –muchos de ellos hicieron la corbata–, el partido sufrió una anestesia general resucitado por un público con ganas de baloncesto. Pidió más sangre a ritmo de «¡Baskoniaaa, Baskoniaaa!» e Ivanovic quiso agradar a su afición con un quinteto que perfectamente podría ser el que se juegue los partidos: Granger, Baldwin, Fontecchio, Sedekerskis y Nnoko. Último arreón y minutos para Cissoko, que se llevó una de las mayores ovaciones gracias a su entusiasmo en el rebote ofensivo –atrapó tres casi consecutivos– y ganas de comerse la pista. Lo que le sobró de actitud le faltó de precisión, pero fue un buen primer paso. Antes había salido Hanzlik, que se confirma como el preferido del montenegrino de los tres canteranos cedidos al Iraurgi, mientras Savkov se sumó a las ausencias de Peters, Costello y Raieste.