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Martes, 14 de noviembre 2017
Habrá noches continentales más oscuras y momentos de zozobra en la larga carrera que le queda en el presente curso al Baskonia en la Euroliga. Y cuando lleguen esos instantes, le convendrá recordar a la escuadra azulgrana hasta dónde puede llegar, la magnitud del baloncesto ... que es capaz de facturar. Podrá rememorar la noche de este martes, esos cuarenta minutos cercanos a la perfección ante el Real Madrid en los que se alumbró la idea que trata de inculcar Pedro Martínez desde su primer entrenamiento pocas horas después de aterrizar en Vitoria. Un baloncesto solidario, perseverante y de una brillantez soberbia para tumbar a un gigante. De los errores y las posteriores rectificaciones, de las horas de entrenamiento acumuladas, la escasez de días libres, los hitos logrados en el proceso de recuperación y también los tropiezos con la presión de los resultados adversos de las últimas dos semanas, nació un partido sublime. Llegaba el plantel de Pablo Laso tocado por sus últimas tres derrotas, en proceso de reajuste tras las ausencias interiores y la incorporación de Walter Tavares y terminó borrado del parqué de un Buesa Arena que vivió una noche de éxtasis plena.
Todo cuadró en el engranaje azulgrana; la seriedad defensiva con la coherencia y el equilibrio en ataque, la eficiencia con el virtuosismo desbordante de cara al aro rival. El duelo fuero todo Baskonia y casi nada Real Madrid, un repaso autoritario y arrebatador por parte de un anfitrión que necesitaba el triunfo para reactivar la escalada en la clasificación de la Euroliga. Apenas hay tiempo para degustar la gesta. Hoy, el conjunto vitoriano hace las maletas para trasladarse a Kaunas donde mañana se medirá el Zalgiris.
Baskonia
Granger (12), Janning (11), Timma (10), Malmanis (8) y Poirier (8) -cinco inicial-, Voigtmann (2), Beaubois (15), Shengelia (7), Diop (8), Huertas (13), McRae (8) y Vildoza (3).
105
-
75
Real Madrid
Campazzo (3), Causeur (3), Taylor (6), Randolph (4) y Reyes (3) -cinco inicial-, Doncic (18), Carroll (7), Randle (2), Thompkins (6), Tavares (10), Fernández (9) y Maciulis (4).
Parciales: 36-17, 28-27, 24-19 y 17-12
Árbitros: Fernando Rocha (Portugal), Spiros Gkontas (Grecia) y Josip Radojkovic (Croacia). Sin eliminados.
Incidencias: Partido correspondiente a la séptima jornada de la Euroliga disputado en el Buesa Arena de Vitoria ante 10.639 espectadores.
A buen seguro que será otra batalla la que le espera en territorio lituano, pero la de este martes fue un auténtico gozo para los sentidos. El Baskonia fue equipo pletórico, que convirtió la obligación de sumar el triunfo en un acicate propulsor hacia un resultado con muchas trazas de liberación. Adiós por una noche a las victorias al filo en el inmisericorde frente continental. Al fin un golpe rotundo, una sesión de látigo implacable que dejó malherido a un Real Madrid que esta vez no resistió semejante castigo, rendido e incapaz de recuperar la verticalidad desde el primer zarpazo vitoriano. Sin apenas noticias de Luka Doncic y con una primera plana repleta de protagonistas azulgranas. Paso a la fría elegancia de Rodrigue Beaubois, la batuta bien templada de Marcelinho Huertas y Jayson Granger, el muro interior de Vincent Poirier, el carácter multidisciplinar de Janis Timma, el crecimiento de Rinalds Malmanis e incluso los primeros destellos de Jordan McRae. Y por encima de todo, un carácter grupal gigantesco.
La puesta en escena del Baskonia fue sencillamente magistral. El carácter defensivo febril se sumó al dinamismo ofensivo y al acierto para crear una máquina mortífera de baloncesto. Tras dos minutos iniciales de tanteo, los azulgranas entraron en erupción con un juego desbordante y gozoso para los sentidos. La primera ráfaga de Janis Timma, la tiranía interior de Vincent Poirier, el colectivismo a la hora de compartir el balón, la artillería certera de Matt Janning y el arte de Marcelinho Huertas y ‘Monsieur’ Beaubois. Los azulgranas fueron un puño compacto y hermético de determinación, dispuesto a la guerra total ante un Real Madrid que había dejado de inicio en el banco a Luka Doncic y que caía a la lona sin solución durante cinco minutos de desierto anotador y desorientación. Fue tiempo suficiente para que la exuberancia vitoriana gestara un parcial de 19-0 que marcó el choque (27-5, minuto 7). La entrada en cancha de Doncic propició una cierta recuperación de los visitantes. El Real Madrid trató de levantarse (31-17, minuto 9), pero el Baskonia volvía a aferrar fuerte a su pieza para concluir la primera entrega con un triple postrero de Beaubois y un 36-17.
No hubo armisticio por parte de los azulgranas. Rudy Fernández trató de defender el orgullo madridista a golpe de triple (41-27, minuto 12), a lo que respondió el Baskonia con cuatro cañonazos desde la misma distancia; uno de McRae, otro de Granger y dos de Janning (51-3o, minuto 16). Semejante aguacero seguía nublando la visión de un Real Madrid sin brújula, que apenas sobrevivía de las raciones contadas de virtuosismo de Doncic pero sin encontrar un mínimo equilibrio en su juego. Mientras, el cuadro azulgrana era pura seda, capaz de contestar por duplicado cada intento de reacción rival.
El partido alcanzaba el descanso con la veintena de diferencia (64-44) y todavía quedaba pólvora por gastar. El Baskonia no quiso descuidarse un mínimo y siguió oprimiendo el yugo que mantenía sometido al Real Madrid. Ilimane Diop reaparecía de su reclusión en el banco y se aferraba a la seriedad general para mantener la constancia baskonista. Reaparecía Rodrigue Beaubois para verter las dosis suficientes de magia para seguir ampliando las ventajas. Los azulgranas cerraban el tercer cuarto a toda máquina (88-63) y se negaban a levantar el pie del freno. Jordan McRae se soltaba para abrir aún más la herida madridista desde su aplicación en los robos de balón, saltaba Luca Vildoza a cancha para ganarse sus galones y sumar un triple que permitía al Baskonia rebasar la centena de puntos (102-71, minuto 38). Una bacanal baloncestística, pura gozada.
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