Baskonia 88-82 Partizan
El Baskonia encuentra la dureza a tiempoBaskonia 88-82 Partizan
El Baskonia encuentra la dureza a tiempoDureza, sufrimiento y fe. El Baskonia debe encontrar la aleación de estas tres virtudes para abrirse paso en el universo implacable de la Euroliga. Y mientras modela su personalidad, bienvenidas sean las dosis de esta mezcla mágica, aunque se administren de manera irregular. La escuadra ... azulgrana que mostró tantos momentos de flojera y permisividad defensiva en su primer duelo de la temporada en el Buesa Arena, supo ser dura e inflanqueable cuando lo requería la ocasión.
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Baskonia
Forrest (10), Luwawu-Cabarrot (15), Sedekerskis (14), Moneke (13) y Hall (8) -cinco inicial-; Jaramaz (2), Baldwin (7), Rogkavopoulos y Howard (17).
88
-
82
Partizan
Lundberg (10), Brown (4), Marinkovic (11), Tyrique Jones (22) y Davies (20) -cinco inicial-; Carlik Jones (4), Ntilikina (3) y Bonga (8).
Parciales. 16-17, 16-21 (32-38 al descanso), 27-22, 29-22.
Árbitros. Lottermoser, Pastusiak y Bissang. Sin eliminados.
Incidencias. 10.131 espectadores en el Fernando Buesa Arena.
Justo cuando el marcador era pura incertidumbre con un triple de Marinkovic y una canasta doble de Tyrique Jones (64-69, minuto 32), emergió un nuevo Baskonia, una versión más enérgica y resolutiva. Desde el precintado del poderío interior que habían desplegado Jones y Brandon Davies, hasta la capacidad para desplegar el juego en transición para desbordar a un Partizan que, de repente, se vio bloqueado por la oleada de un anfitrión después a revivir una noche más de pasión y triunfo que añadir a la cuenta de las 25 temporadas consecutivas en la élite continental. Llegó Sedekerskis con su saber multidisciplinar y ese tiro triple que parece haber trabajado a conciencia durante el verano. Recuperó el pulso anotador un Luwawu- Cabarrot llamado a ser solista principal para dar el contrapunto a un Markus Howard que puede seguir siendo letal, pero no imprescindible. Y sobre todo, fue la fiereza defensiva encarnada en el felino despliegue taponador de Donta Hall y el frenesí atrás de Chima Moneke. Todo cuadro en la hora crítica, se destapó entonces una versión azulgrana reconocible y que merece todas las bendiciones.
Un parcial de 20-7 (84-76, minuto 38) hirió de muerte al Partizan y aupó a un Baskonia hacia la victoria en un encuentro plomizo, peleado entre dos equipos inmersos en una proceso de conocimiento y ensamblaje de nuevas piezas. Nada como comenzar la cuenta de victorias para un plantel vitoriano que necesita la confianza de los buenos resultados para avanzar en una construcción que se prevé ardua. En el primer duelo en casa de la era Laso, la fiesta fue perfecta, con el condimiento final de un triunfo que embelleció la noche en la que el técnico vitoriano volvió a casa como entrenador del equipo en el que creció y en el que forjó una leyenda que aún perdura. No hubo un baloncesto de alta gama, algo imposible en el segundo duelo de la campaña, pero sí quedaron pinceladas de lo que el Baskonia quiere llegar a ser. Eso sí, entre la lógica irregularidad que impone una fecha tan temprana del calendario
Fue el primer paso de un trayecto largo, repleto de trampas y con escasos puestos de avituallamiento. Imponerse a un aspirante a gigante de la máxima competición continental como el Partizan da un pequeño empujón a un plantel vitoriano que sabe de su inferioridad teórica ante el resto de grandes trasatlánticos continentales.
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Nada que parezca inquietar, al menos de momento, a un Baskonia que este jueves se manejó con una rotación breve, una vez excluido Savkov de la convocatoria y con Raieste, Ndiaye y Jaramaz como meros espectadores. Una fórmula un tanto duskista en la que es de esperar que se abra el abanico con el transcurso de los encuentros. Ya habrá tiempo de repartir esfuerzos cuando llegue el desgaste. Hasta entonces, los mejores, al parqué.
En tiempos de cimentación, nada como ampararse en referentes sólidos. El Baskonia sufrió ante el dominio bajo los aros de Tyrique Jones y Brandon Davies, dos arietes que presentaron un problema serio y en apariencia irresoluble. Las pulsaciones andaban trastocadas para un Baskonia que alcanzó el descanso con un 32-38 en contra. Era el momento de apoyarse en la vieja guardia formada por Sedekerskis y Moneke, que revolucionaron el motor baskonista durante un tercer cuarto de intenso intercambio de golpes que se cerró con un 59-60. El partido comenzaba a girar hacia los intereses de un equipo vitoriano ya competitivo, pletórico de energía, pero aún con unos problemas de fluidez que resolvería en un último cuarto en el que las dosis justas de inspiración se sumaron a cantidades ingentes de sudor, pico y pala defensivas y convicción. Un primer triunfo para alimentar la química de un Baskonia aún sin formas definidas.
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