El Baskonia, obligado a pelear por todo

El Baskonia cerró una pasada campaña de sensaciones encontradas. Se quedó a las puertas de cuartos de Euroliga con una imagen loable de juego y esfuerzo, pero sin el don de la eficacia en algunos partidos. En las competiciones dómesticas, apenas se acercó a los títulos; derrota en semifinales de la Copa del Rey y un reprochable tropiezo en la primera ronda de los play off por el título de Liga ACB. De por medio, un brote de coronavirus en la recta final de curso que diezmó a una plantilla exprimida al máximo, a la que no le sobraba nada antes de que el factor vírico entrara en escena y que incluso sufrió la venta prematura a la NBA de Luca Vildoza. Finalizado el curso, el mercado llevó a la entidad de Zurbano a recomponer gran parte de la columna vertebral que le había sostenido meses atrás.

Los intentos por renovar los contratos de Pierriá Henry y Achille Polonara se toparon con las redes de un pretendiente de chequera más abultada. El Fenerbahce reclutó al timonel estadounidense y el ala-pívot italiano, dos hombres fundamentales para comprender el estilo azulgrana patentado la pasada campaña. El transalpino equilibraba con su sapiencia la locura medida del hombre de las rastas. Sin ellos, la página quedaba casi en blanco. A partir de ahí, el desfile de despedidas fue desvelándose a lo largo del verano. No volvería Zoran Dragic, pegamento exterior y hombre de confianza de Dusko Ivanovic, caería una lágrima con el adiós emotivo de Ilimane Diop, prólogo a una remodelación interior casi total. Soprendió la marcha de Tonye Jekiri al Unics Kazán y se confirmó lo fallido de la apuesta por Youssoupha Fall, finalmente libre para comenzar de nuevo en el Asvel.

Semejante agitación ha llevado a la dirección deportiva del Baskonia a tener que reponer a buena parte de los jugadores con más peso en cancha durante el ejercicio anterior. Al menos, queda Rokas Giedraitis, que prefirió mantener su contrato azulgrana antes de dar un salto a la NBA en la que no vislumbraba red alguna de seguridad. Un timón de nuevo cuño con Jayson Granger y Wade Baldwin, 'unos' de alta combustión, poco dados a la pausa. Vanja Marinkovic toma el puesto de escolta principal con su mira triplista como principal arma y Simone Fontecchio fortalece aún más una posición de alero en la que Giedraitis no parece ya dueño claro.

A primera vista, deslumbra la amenaza ofensiva que puede atesorar el nuevo perímetro azulgrana, aunque la competición arrojará más luz sobre el alcance de la capacidad asociativa que tenga semejante elenco de pistoleros. Al final, Dusko Ivanovic es el encargado de ordenar las nuevas piezas para alumbrar la vieja alquimia del 'Carácter Baskonia'. La fórmula del montenegrino puede tener sus variantes, pero mantendrá las líneas de alto esfuerzo defensivo, juego en transición y velocidad de vértigo en la ejecución. Actividad frenética, tensión, movilidad y capacidad para asumir varias funciones y posiciones. El modelo se traslada a un juego interior en el que sigue un Alec Peters llamado a agrandar su protagonismo después de la partida de Polonara. Ante la superpoblación de 'treses', Tadas Sedekerskis se postula de nuevo como recurso multidisciplinar junto a Matt Costello y su perfil de poste con amplio rango de tiro. El músculo y el dinamismo se juntan en Landry Nnoko y Steven Enoch. Interiores para correr, fin a las torres gigantes y hieráticas.